sábado, 29 de abril de 2017

LAS RAZAS Y SUS DESCONTENTOS


Una curva polémica

Hace aproximadamente 20 años, Richard Herrnstein y Charles Murray publicaron un libro que despertaría una enorme polémica. Su título, The Bell Curve: Intelligence and Class Structure in American Life, es decir, La Campana de Gauss: Inteligencia y Estructura de Clase en la Vida Americana.
El libro estudia la inteligencia y concluye que es hereditaria en un 40% a 80%. Luego establece cuáles son las correlaciones entre el Coeficiente Intelectual (IQ) y el nivel socioeconómico de los estadounidenses. Los que tienen más alto IQ alcanzan mayor escolaridad, mejores empleos, y tienen menos riesgo de caer en conductas delictivas.
Hasta aquí poco para polemizar. Pero luego los autores observan las diferencias de IQ entre grupos étnicos, sobre todo los de raza negra, y esa proxy de la inteligencia resulta ser bastante inferior a la de los de raza blanca, entre 15 y 18 puntos. Inmediatamente se acusó a los autores de fomentar el racismo y la discriminación. Pero si nos movemos un cachito de la comodidad política, ¿qué podemos decir sobre esto?

Razones de las razas
Para no pelearnos de entrada, definamos raza: son las poblaciones, dentro de una misma especie, que están separadas geográficamente de otras poblaciones, y que pueden distinguirse entre ellas debido a características heredables. (Esta no es una definición única y estandarizada, sino la que usamos aquí para los argumentos que siguen).
La raza es un tipo de clasificación, de diferenciación. Las categorizaciones, vale recordar, casi nunca son discretas, pero este hecho no obsta su uso y validez conceptual: día y noche, hombre y mujer, marrón y rojo son todas categorías donde uno puede declarar tantos intermedios como quiera, pero la diferenciación discreta aproximada nos ahorra un montón de problemas y nos permite entender, y entendernos, mejor. Por lo tanto, no hay una cantidad definida de razas, así como no hay un cantidad determinada de colores. Pero eso no significa que las razas (o los colores) no existan.
Las razas según las entendemos aquí provienen, básicamente, de una separación geográfica. Al norte del Sahara hay (principalmente) una raza, al sur hay (principalmente) otra. La separación de arena promovió, con el tiempo, una diferenciación evolutiva genética. Poneme 50 tipos de cada lugar uno al lado del otro, y te voy a decir casi con 100% de seguridad donde nació cada uno. Sin embargo, la separación no llegó a diferenciarnos como especie, y se cree que esto es porque las glaciaciones obligaron a desplazarnos y re-mezclarnos. Luego, durante los períodos de estabilidad climática, las razas volvieron a profundizarse.

Los enojos
La gente con buenas intenciones que detesta el racismo, como Dos Tipos de Cambio, suele ponerse sensible ante este tipo de estudios. Pero algunas reacciones pueden ser extremadamente defensivas, y aquí repensamos aquellas respuestas que juzgamos menos convincentes:
Si existen las razas, puede existir el racismo. Luego, las razas no pueden existir.
Más allá de la falacia argumentativa, que las diferencias genéticas produzcan reacciones negativas no parece una posición muy coherente. El progresismo consiste en admitir las diferencias y ejercer la tolerancia, no en negar esas diferencias en primera instancia.
Uno se pregunta qué pasaría si se probara “objetivamente” la existencia de las razas: ¿habilitaría esto las conductas racistas? ¿Por qué? ¿Habilitan acaso las evidentes diferencias físicas entre adultos y niños el trato desigual? ¿Y qué pasa con los que nacen con una debilidad o deformidad genética? ¿Su existencia promueve su maltrato? Pretender que la única forma de lograr el trato igualitario entre las personas es cuando todas son iguales me parece un argumento absurdo… y peligroso.
Los que estudian las razas buscan justificar la hegemonía de una raza sobre la otra.
Este argumento tiene algo de verdad: hay razas que claramente predominan en términos de poder, riqueza y oportunidades sobre otras. Y otra cosa también: la ciencia se ha usado muchas veces para justificar el sometimiento de unos grupos por otros. Pero la ciencia tiene además la peculiaridad de ser objeto de revisión permanente. Un argumento falso o empíricamente débil será refutado por otros. 

Y si creés que esta lógica no funciona y que la ciencia responde al poder, pensalo mejor. Hay un señor llamado George Borjas que ha esgrimido los argumentos económicos más falaces que te puedas imaginar contra la inmigración. Pese a que Trump es hoy el hombre más poderoso del planeta, la cantidad de artículos que refutan las ideas de Borjas crecieron exponencialmente en los últimos tiempos. Y los mismo pasa con los estudios sobre el cambio climático.
Hablar de razas u otras diferencias del estilo produce estereotipos a la hora de juzgar a los individuos.
Este argumento es correcto, pero fácilmente evitable. Es correcto porque por definición cuando se caracteriza un grupo se está creando un estereotipo. Pero estos son resultados del promedio, no de todos y cada uno de los integrantes de la población. Los corredores de cierta zona del África ganan todas las maratones del mundo por afano (no bestia, no se las afanan, las ganan fácil…), pero esto no significa que cualquiera que nace allí corra más rápido que un red neck del oeste de Estados Unidos. Sin embargo, es verdad que es más probable que tomando alguien al azar en ambas poblaciones, la mayor parte de las veces ganarán los primeros.
La solución civilizada, sin embargo, parece bastante directa: nadie tiene derecho a juzgar a otra persona por las características de la población a la que pertenece. Por supuesto, uno puede establecer la regla, pero el tema es que se cumpla. Pero en esto poco tienen que ver los estudios científicos. Los estudios sobre raza, género, y otras diferenciaciones, son hoy mucho más comunes que hace cincuenta años, y sin embargo la tolerancia entre humanos se ha expandido muchísimo, y lo sigue haciendo. La civilidad aumentó pese a que hoy sabemos más que nunca antes sobre nuestras diferencias, genéticas o de cualquier otro tipo.

La conclusión obvia de siempre
El racismo es inaceptable e injustificable. El ansia humana por entender y conocer no puede ser incongruente con un objetivo de tolerancia. Y a primera vista tampoco parece, históricamente, haber sido así. No matemos al mensajero, ni al de otros genes.

6 comentarios:

  1. Hay muchos puntos para tocar en este artículo. Veamos si puedo ofrecer una perspectiva sobre algunos.
    - Inteligencia y tests de IQ: Es algo bastante fallido. Por una parte se trata de medir algo indefinido, con un tipo de test desarrollado con un objetivo totalmente diferente al utilizado y con un sesgo netamente cultural, ya que me atrevo a decir que es virtualmente imposible diseñar un test de ese tipo que funcione fuera de un marco determinado. Además, existe una cierta "tolerancia" al test que se desarrolla en grupos en que las evaluaciones de ese tipo (multiple choice, reconocimiento de patrones, juego lógicos y numéricos) son más comunes. Grupos que suelen ser, en algo que vuelve a los "hallazgos" de los autores de The Bell Curve un tanto digamos que tautológicos, casualmente los grupos blancos, mejor educados, etc.
    - Genética africana: con las disculpas por la seguramente imprecisa cifra que voy a dar, producto de mi muy deteriorada memoria, el 90% de la diversidad genética de toda la especie humana está en África. Esto es producto de que el monstruoso (en cantidad) resto de la humanidad proviene de una tribu a la que se le dió por vagabundear. Así, hay probablemente más en común en material genético entre un negro de Australia y un gallego de La Coruña que entre dos africanos separados por unos cientos de kilómetros. (Esto lo desarrollé con un poco más de detalle en los comentarios a este muy interesante artículo de El Gato y la Caja: https://elgatoylacaja.com.ar/tierra-de-nadie/
    - La mejor historia de la inteligencia, las razas y su uso "científico" para justificar la superioridad racial que he leído es "La falsa medida del hombre", de Stephen Jay Gould.
    Saludos.

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  2. Interesante el comentario de Ariel respecto a lo relativo que puede ser un examen de IQ para diferenciar la inteligencia de los distintos tipos de seres humanos. Muy probablemente las diferencias de IQ sean "endógenas" a la situación de los individuos en un contexto. Probablemente todo lo genético sea así también. Seguramente si mantenemos durante muchas generaciones personas viviendo en un medio de extrema pobreza y mal nutridos terminen deteriorando su IQ, incluso trasmitiendo ese deterioro genéticamente a sus descendientes (es capaz que dije un disparate desde el punto de vista de la teoría de la evolución).

    Sin embargo, me parece que el comentario de Ariel no va a lo medular del artículo, sino que va a lo periférico, a un ejemplo.
    Lo medular está en la pregunta. Si un estudio científico demostrara que una raza cualquiera tiene menos IQ...¿qué haríamos?

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    1. La respuesta simple: es una pregunta moral, no científica, así que no es relevante para el tipo de discusión.
      Algunos tips para la respuesta compleja: ¿cómo medís algo que no podés definir (inteligencia)? ¿Cómo definís "raza"?
      Vuelvo a recomendar el libro de Stephen Jay Gould.
      ¡Ah! Lo de la transmisión de caracteres adquiridos tiene sus bemoles, pero era lo que proponía Lamarck como mecanismo de la evolución y fue defenestrado por la teoría de Darwin. Ha pasado mucha agua bajo el puente, pero básicamente sigue siendo un disparate.

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