miércoles, 29 de junio de 2016

ECONOMIA DEL DIVAN - Entrevista a Merlina y Pericles



Quería contarles que yo he conocido a Merlina y a Pericles y no me estoy refiriendo a los hijos de Los Locos Addams (el Pericles de la serie original falleció y Merlina… bueno… está crecida). Hablo de Merlina y Pericles, los estudiantes de macroeconomía que leyeron Economía al Diván, el libro de Pablo Mira, y que fueron sus alumnos. Los alguna vez amigos son ahora pareja, y están a punto de recibirse. Merlina y Pericles son los únicos humanos conocidos que lograron terminar de leer ese libro, así que me tomé el atrevimiento de entrevistarlos, para ver qué opinaban sobre él.

GR: Cómo fue la experiencia, en general?
Pericles: Terrible!!!! Pablo nos obligaba a leer página por página bajo la amenaza de bocharnos.
Merlina: Tal cual, Pablo nos inflingió enormes costos psicológicos. Él de eso sabe bastante y lo usó contra nosotros.

GR: A ver si entiendo. Ustedes no escribieron esos intermedios entre capítulos tan divertidos donde se cuentan las principales ideas de cada uno de ellos?
M: Ponele. Hubo apremios ilegales, como que nos amenazaba con ponernos un 2. El tipo nos sentaba al fondo de la clase y si al finalizar las dos horas de dictado de la materia no terminábamos, íbamos a recursar la materia.

GR: Pero cómo al fondo de la clase? No discuten el libro en el Café de las Ciencias?
P: Pero no viste que ese café cerró hace años? Lo inventó para hacerle creer a los lectores que nosotros disfrutábamos haciendo chistes y tomando café.

GR: Pero el libro les gustó o no?
P: Es pasable. Toda la primera parte donde se discute la crisis internacional y la crisis teórica es bastante entretenida. Las macanas que se mandan los economistas…
M: Sí, esa parte sí. Y los experimentos que hace están piolas también… Pero no debemos olvidar que esto se hizo bajo presión a alumnos en total estado de indefensión!

GR: Ok, ok. Y qué pasa más adelante?
M: Ah, después te cuenta esto de la economía de la conducta. Te matás de risa con los sesgos cognitivos que tenemos.
P: Sí, de racionales poco y nada. Eso está clarísimo… Pero lo que fue irracional fue la actitud de Pablo de forzarnos a hacer lo que hicimos. Imperdonable.

GR: Ahora, esto ya se hizo mucho, no? Qué plantea de nuevo el libro de Pablo?
P: Y, el tipo hace macro. Quiere aplicar sesgos a la macro. Le sale bastante bien, la verdad.
M: No, te digo que esas aplicaciones está reclaras. Desempleo, inflación, inversión, todo se ve diferente. Pero la parte más interesante es la de las crisis. Y crisis es lo que nos agarró cuando nos eligió para hacer este trabajo horrible!

GR: Bue, no parece para tanto chicos… Y cómo es eso de las crisis?
M: La crisis financiera de 2009, por ejemplo, tuvo claros sesgos “financieros”, porque la precedió una burbuja especulativa, y allí los humanos mostramos nuestro flanco más débil: nos creemos historias, nos tentamos a gastar, obviamos evidencia contraria a nuestros intereses, apostamos de más sin saber.
P: Sin saber que si no leíamos lo que él quería, nos enchufaba un bochazo, Merlina!

GR: Ajá, y alguna aplicación a la economía argentina?
P: Sí, está esta idea de la psicología de crisis. Nos “preparamos” para una crisis cada cierta cantidad de años, y esto afecta nuestras decisiones.
M: Y no te olvides del stop-go, Pericles. Siempre nos pasa que cada vez que nos quedamos sin dólares explota una crisis. Allí hay un problema que tiene que ver con un gasto en dólares (consumo y/o inversión) desasociado de los ingresos en dólares. De esos dos, el que más fluctúa es el gasto en dólares. Ahora, vos gastás en dólares de acuerdo a lo que creés que ganas y vas a seguir ganando en dólares. Y nuestros sesgos psicológicos te inducen a gastar de más en dólares.

GR: O sea que, después de todo, lo que propone Pablo es que es necesario “ajustar”…
M: En realidad, más o menos. Los que se tientan y pueden gastar de más son los más ricos. Entonces lo que necesitamos es cuidar el gasto, pero el de los más ricos. Y los ajustes no siempre son en ese sentido.

GR: Se pueden aplicar estas ideas a la coyuntura reciente?
P: Los sesgos se activan con determinados contextos macro. Por ejemplo, si es cierto que los desequilibrios se inducen por el gasto de los más ricos, un empeoramiento de la distribución del ingreso te puede complicar. En los 2000s esto se moderó y la economía, si bien empezó a observar problemas, funcionó bien más tiempo del esperado.
M: La inflación alta y volátil es otro problema a atacar. Si bien hasta ahora el problema no fue dramático, hay que evitar que se espiralice porque los costos en términos de fallos de las decisiones ante una inflación volátil son enormes… Inflación de nota es lo que íbamos a necesitar nosotros si nos clavaba el dos, este tirano.

GR: Por lo que veo, ustedes se quejan mucho pero al final tan mal no la pasaron. Pero ustedes estudian economía ¿Este es un libro solo para especialistas?
P: Es un libro para todo el que esté interesado en las discusiones macro. Está escrito divulgativamente y con ejemplos y apartados que lo hacen ameno. Pero también tiene alguna apuesta conceptual que puede ser interesante debatir. Y estamos nosotros!
M: Sí, al final tan mal no estuvo, no?
P: Seee, y nos dio la oportunidad de conocernos mejor.
M: Ahhh, que lindo lo que decís. Que suerte que nos propuso leerlo juntos.
P: Sí, fue lo mejor que nos pasó en la vida.

Merlina y Pericles, sesgados por su visión de que obligarlos a leer es siempre un mala idea, se dan cuenta ahora de que nada fue tan malo. Pruebe usted tambien, señor lector.



viernes, 17 de junio de 2016

ENVIDIA DE LA ECONOMIA A LA FISICA, PARTE II: PREDICIENDO CRISIS

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Con cada crisis se propaga la sensación de que la economía no ha logrado descifrar siquiera los aspectos esenciales del comportamiento macroeconómico. Las críticas de especialistas y no especialistas suelen apuntar a “la falta de realismo” de los modelos estándar, reproches que en la física de partículas moderna estarían vedados por definición.

En los últimos años varios economistas famosos realizaron afirmaciones rimbombantes que anunciaban un presunto estado de consenso científico definitivo de los principales problemas macroeconómicos y su solución. El nóbel Robert Lucas (2003), en la reunión anual de la American Economic Association indicó que “el problema central de la prevención de las depresiones ha sido resuelto, para todo propósito práctico”. Thomas Sargent, colega dilecto de Lucas en la construcción de la macroeconomía moderna, opinó en un reportaje en 2010 que las críticas se debían “a una ignorancia penosa o a un menosprecio intencional” Y Olivier Blanchard (2009) afirmó poco antes de la crisis, refiriéndose a la teoría macroeconómica mainstream que “El estado de la macro es bueno”.

Esta declaraciones fueron pulverizadas por los eventos de 2009, y siendo que cada crisis reduce no linealmente el prestigio de la profesión, la mayor crisis desde los 30s generó una oleada de críticas tanto de expertos como de legos. Además de tener que escuchar afirmaciones fuera de lugar, la reacción se justifica porque las crisis se asemejan demasiado entre sí, tanto en sus causas como en sus consecuencias, como para que los economistas nos sigamos haciendo los dolobus.

Algunos economistas tradicionales se refirieron a este tipo de críticas como un ejemplo de vulgaridad e ignorancia de quien pregunta. Una de las respuestas favoritas es que la acusación de que las crisis no se anticipan es inconducente y que anticipar una crisis no es posible (Lucas, 2009).

El argumento requiere algunas aclaraciones porque se puede referir a más de una idea. Se puede estar afirmando que en realidad un economista no puede anticipar una crisis en una fecha más o menos cierta. Mmm. Cada una de las últimas crisis han tenido su respectivo “gurú”, y no estamos hablando de personajes esotéricos, sino de economistas conocidos. En la crisis de 1995 en México, el tal gurú fue Guillermo Calvo. En 2008-2009, sumamos a la lista a Robert Shiller, Nouriel Roubini o Wynne Godley. La mayoría de estos economistas no apostaron a que se produciría una crisis como un anticipo premonitorio azaroso, sino que las anticiparon con fundamentos, sobre la base de tendencias identificables de las variables relevantes. Pese a que varios economistas previeron estas crisis, esto no las evitó.

La otra opción es que el argumento considera que en el caso que un economista muy sagaz logre detectar una fecha más o menos cercana a la crisis, en tales circunstancias la crisis no se produciría, presumiblemente porque los mercados o los gobiernos actuarían para evitarla. Este argumento presupone dos cosas. Una es que nuestro economista previsor tenga la capacidad de convencer a sus colegas, y la otra que una vez convencida la profesión, ella tenga la capacidad de influir sea en los mercados (que llamaremos versión neoclásica del argumento), sea en las políticas gubernamentales (la versión intervencionista del argumento).

Asumamos que se cumple la primera condición, y que el pronosticador tiene suficiente prestigio para convencer a sus pares. Ahora pasemos a la fase de convencimiento de los actores que pueden modificar el rumbo de una potencial crisis. En la versión neoclásica del argumento, se supone que un conjunto de inversionistas es capaz de llevar a cabo un arbitraje anticipando que los precios del mercado están a punto de sufrir un colapso, vendiendo a tiempo. Pero si la información es pública y los precios de los activos estaban demasiado altos, esto no evitará la crisis, solo la acelerará en el tiempo.

Más aun, esta lógica no puede aplicar en un mundo en el que rige la teoría de los mercados eficientes, según la cual los agentes utilizan eficazmente la información disponible para tomar las decisiones correctas. En este contexto nos encontramos con dos objeciones, una específica y otra general. La específica es que los mercados eficientes impiden que un economista, por más listo que sea, deduzca de la información pública un resultado que no esté reflejado ya en el precio de los activos. La objeción general es que en un mundo de mercados eficientes las “burbujas especulativas” simplemente no pueden existir, lo que hace borroso el propio concepto de crisis financiera.

La versión intervencionista asume que el gobierno tomará medidas preventivas para evitar la crisis. Pero los gobiernos suelen no tener demasiados incentivos para “desinflar” burbujas especulativas, como demostró el período reciente con la política monetaria de Ben Bernanke, que mantuvo las tasas de interés demasiado bajas durante demasiado tiempo. La razón es que durante la fase alcista la economía florece, debido a que los agentes beneficiados con las ganancias de capital financieras consumen más, creando una mayor actividad económica y un menor desempleo. De hecho, la propia literatura mainstream que estudia la política económica y la economía política ha tendido a enfatizar este tipo de comportamiento oportunista del gobierno.

Este es el estado de situación. Primero, hay ejemplos reales de que las crisis, o su tendencia, sí pueden ser previstas. Segundo, en determinados estadios de desarrollo de las burbujas especulativas, la crisis es difícil de evitar, aun cuando sea prevista. Y en algunas circunstancias, conocer las tendencias que pueden desembocar en una crisis solo pueden ayudar a anticiparla. La teoría macro mainstream refleja en sus modelos “consensuados” dos cosas: una, que las crisis casi no pueden ocurrir; dos, que en caso que se descubra tempranamente una trayectoria peligrosa los gobiernos harán poco para evitarla.

Por ende, la respuesta que refiere a que los economistas “no pueden predecir crisis porque si no no se producirían” es espuria y distractiva. En la práctica el problema es que los modelos macro de la mainstream simplemente no están diseñados para identificar casi ninguna situación de crisis (al menos tal como suelen aparecer en la práctica). Estos modelos, al estar siempre en equilibrio, no pueden acumular problemas (que es lo que ocurre cuando la economía se mantiene en desequilibrio), y por lo tanto no hay razón para que luego estalle una crisis. En las versiones más estilizadas de esos modelos, todos devuelven sus deudas, todos usan la información disponible racionalmente y todos hacen sus cálculos y proyecciones con las mejores herramientas que existen. Es un marco que no admite fallas.

¿Que nos ha llevado a esta situación? Plantear que la razón deviene de algún tipo de confabulación ideológica puede ser tentador, pero mi hipótesis es que no es lo principal de la historia. Mi hipótesis (que no probaré aquí) es que se volvió natural aceptar a priori aquellos papers formalmente “tratables”, porque gracias a esta propiedad esos modelos permiten extender la frontera del uso de las matemáticas, y así envidiar menos la formalización en la física. De forma tal que el origen de la inutilidad de estos modelos para ayudar a predecir y tratar con crisis es atribuible en parte a la modelización matemática abtrusa que utilizan, que terminan por perder de vista los problemas empíricos centrales a los que la disciplina debe dedicarse.

Los físicos, empezando por sus figuras más importantes, dudaron hasta último momento de las conclusiones poco intuitivas de la teoría cuántica, hasta que la extraordinaria evidencia en contra de la interpretación “realista” los obligó a cambiar de rumbo. La economía parece tomar el camino exactamente inverso: prevalece la modelización dogmática por sobre la intuición incluso a pesar de que la evidencia está en contra de sus predicciones, y a pesar de que su utilidad práctica para tratar los fenómenos más perniciosos es bajísima.


jueves, 9 de junio de 2016

ENVIDIA DE LA ECONOMÍA A LA FÍSICA: PARTE I

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Desde hace varias décadas la economía ha sufrido de physics envy, envidia a la física. La economía ha manifestado este pecado capital tomando prestado varios términos de la física; estimulando el reconocimiento a los economistas matemáticos por sobre los aplicados; y obligando para lograr una publicación en los journals de mayor prestigio a formalizar los modelos. Aquí la primera parte de un análisis envidioso de la cuestión.

Epistemología en la física moderna

La física teórica ya no es lo que era. En el pasado, los descubrimientos eran notables pero comprensibles si uno se tomaba su tiempo para racionalizarlos. Pero hoy cada avance nos resulta tan fantástico como impenetrable para nuestros sentidos. La principal responsable de este cambio es la física de partículas, donde la teoría cuántica sugiere, entre otras extravagancias, cosas tales como que las partículas “conocen” literalmente el estado del resto de las partículas del universo; que algunas de ellas viajan hacia atrás en el tiempo; y que hay partículas que realmente crean otras (como el bosón de Higgs, no por nada llamada la “partícula de Dios”). La física cuántica también ha dado lugar a conjeturas con implicancias filosóficas chocantes, como que el todo puede salir de la nada, o que no hemos de descartar la existencia de mundos paralelos. Pero las consecuencias de la teoría cuántica no son verdura. Se derivan rigurosamente del análisis científico, son escrutadas por una enorme cantidad de científicos en el mundo, y lograron una evidencia empírica envidiable para el resto de las ciencias.

La física de partículas ha resignado la intuición porque esta estrategia ya no era lucrativa para avanzar en los conocimientos. Si bien la formalización en física siempre fue ampliamente aceptada y exitosa, últimamente muchos físicos se sentían incómodos con el insuficiente “realismo” de las teorías. Esta situación obligó a concentrar los esfuerzos en el hallazgo de teorías concentrándose casi puramente en herramientas formales, prescindiendo de los experimentos mentales, que tan bien aplicaba Don Einstein. La consecuencia epistemológica parece ser que la física teórica moderna construye conocimiento a partir de principios más “popperianos”. Las teorías deben ahora descansar obligatoriamente en predicciones concretas, ya que hay poco lugar para discutir el “grado de realismo” de una hipótesis. Parece por tanto que finalmente el filtro falsacionista de Popper ha encontrado su lugar en el mundo.

La Envidia de la Economía a la Física

¿Cómo queda la epistemología de la economía en este nuevo estado de situación de la investigación en física? ¿Es posible especular que la ciencia económica, tan preocupada por asemejarse a la física teórica, pueda devenir también en una ciencia más popperiana, al menos en el sentido que le daba a esta afirmación Friedman?

Como dijimos, en la física de partículas la matemática no se utiliza per se, sino que es objeto de control y verificación mediante la evaluación empírica. Pero los economistas adoptan una epistemología diferente: pretenden hacer uso de las herramientas de formalización más avanzada (incluyendo a las aplicadas en física) sin la obligatoriedad de evaluar sus predicciones mediante criterios de falsabilidad. En rigor, cuando la realidad no se condice con los modelos formales de la economía, poco ocurre, y lo que la economía considera “leyes” o “principios” no son más que máximas tercamente defendidas con argumentos repetitivos y evidencia insuficiente.

Las tendencias tampoco han sido buenas. El amplio uso de las matemáticas en economía no ha conllevado una mayor rigurosidad empírica. Con esto no me refiero a los métodos teóricos de testeo cuantitativo (la econometría), que tuvo enormes avances, sino a la elaboración y aplicación de principios y criterios de aceptabilidad de la evidencia empírica. A diferencia de la física, la economía avanzó pretenciosamente en la matematización de su objeto de estudio, criticando de entrada toda consideración de “realismo”, como por ejemplo al resignar explicaciones del comportamiento humano (behavioral economics). La esperanza de que la modelización abstracta le valiera un mayor prestigio científico se contrapone a una dura realidad: luego de décadas de perfeccionamiento formal, no es posible hoy determinar qué teorías económicas son mejores y cuáles son peores desde un punto de vista puramente empírico.


En cualquier caso, lo que queremos criticar aquí no es la ausencia de teorías “verdaderas” o suficientemente bien documentadas (algo que quizás sea inevitable en el análisis económico), sino la pretensión de que la formalización pura y la utilización de criterios de las ciencias duras sea un atajo para lograrlo. 

En la parte II vamos a dar un ejemplo concreto de la envidia y los papelones de la economía con la crisis financiera internacional de 2009. No se vayan.