sábado, 1 de abril de 2017

MESSI EN CUATRO

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La FIFA sigue promoviendo las teorías conspirativas-paranoides tomando decisiones cataclísmicas. Ahora, quizás intentando extender el mito de la semejanza Messi-Maradona, suspendió a Lionel por cuatro fechas de eliminatorias por insultar a un juez de línea.

Diré, antes de que me demanden, que la decisión es perfectamente válida y legal. Pero las medidas institucionales con consecuencias importantes tienen su contexto, y el normativismo extremo nos suele depositar en equilibrios malos o absurdos.

Ahora sí, paso a algunas irreflexiones apuradas, escritas con la piel a 451 grados Farenheit.

OFICIO

Las decisiones de oficio se originan en la necesidad de aplicar el reglamento cuando una autoridad del juego no se percata de una falta o indisciplina, no en la corrección o no de las decisiones arbitrales conscientes. Es el mismo espíritu del uso de la tecnología para determinar si la pelota entró o no en el arco. Si el árbitro no puede determinarlo, lo ayudamos.

Si bien no recuerdo ningún caso, la FIFA quizás reconsideró alguna vez una sanción arbitral consciente, transformando por ejemplo una amarilla en una suspensión de oficio. Pero para que sea un caso similar al de Messi, necesitamos que el árbitro haya visto y oído todo y, aun así, haya decidido mal.

El problema con este criterio es que una vez que admitimos que un tribunal de la FIFA puede evaluar la capacidad del árbitro para decidir, no hay razón para detenernos en las sanciones disciplinarias. La sanción tiene el objetivo de evitar beneficiar al tramposo o perjudicar al trampeado, y que eso afecte el resultado del partido. Por ejemplo, me pregunto qué haría la FIFA de oficio si hoy viera el gol con la mano de Maradona a los ingleses. Lo más probable es que no sepa qué hacer, porque su reglamento disciplinario no tiene definido objetivos claros.

MORAL FIFETA

Y ahora se entiende mejor la razón de la sanción. La FIFA no se considera un órgano defensor del juego limpio para asegurar un ganador justo, sino un organismo que transmite moral a través del juego.

FIFA no quiere que peguemos patadas sin sanción. Pero no porque con esa patada puede ganar el tramposo, sino por la razón más general de que está mal ser tramposo, o pegar patadas. Y la verdad que la diseminación de valores éticos para la humanidad hay que dejárselos a los que saben de eso. La FIFA sabe (un poco) de fútbol y no mucho más. 

El rol de la FIFA debería ser que la trampa no afecte el resultado. En el caso que nos ocupa, una puteada al árbitro difícilmente se traduzca en una ventaja para el puteador. Puede que el efecto sea intimidatorio o vengativo, no sabemos. Y ni hablar que, desde cualquier punto de vista ético, una patada que manda al sanatorio a un compañero de juego es muchísimo más reprochable que unas palabrejas abstractas a una autoridad.

No sé si es verdad, pero hay quienes afirman que este es uno de esos casos "ejemplificadores", práctica brutal mucho más reconocible en las sociedades prehistóricas que en las democracias modernas.

La FIFA quiere moral y buenas costumbres con los árbitros. Y esto excede en mucho su ámbito de aplicación.

DISCRIMINACION

Como ya explicaron varios, estas actuaciones de oficio discriminan a los jugadores más seguidos por las cámaras. El único caso a revisar sería el de Atlas, cuya campaña es seguida por las cámaras de FOX en un reality show.

SUBJETIVIDAD

Si la FIFA insiste con estos oficios, pronto caeremos en situaciones ridículas como las siguientes:

1. Un jugador se enoja y, cuando el árbitro se da vuelta, putea en voz baja. ¿Sanción o no? ¿Fue al aire, se puteó a sí mismo, a un compañero, a alguien de la tribuna?

2. Un jugador colombiano le dice "carón" al árbitro (que en Colombia significa "caradura" ). El árbitro es argentino y entiende "cagón". Lo echa. La FIFA determina con peritos que dijo, efectivamente, "carón"... ¿se le perdona la sanción?

3. Un jugador se acerca al árbitro y grita: ¡Dir carufre palvungazi!, que en un dialecto de los ¡Kung significa "Casado con una sopa", el peor insulto que se puede lanzar en esa tribu. Aquí la decisión correcta de la FIFA sería...

4. Un jugador enfrenta con su peor cara al árbitro y, a pocos centímetros de su cara le espeta gritando enloquecido: "¡usted es la persona más extraordinaria que conozco!". ¿La FIFA debería mandarle una felicitación al jugador?

5. La tecnología nos permite, finalmente, disputar partidos sin árbitros humanos. Una cámara pequeñísima recorre la cancha y toma las decisiones más racionales posibles. ¿Debería la FIFA programar una reacción disciplinaria por parte del artefacto en caso que un jugador lo putee?

Podríamos seguir infinitamente, pero creo que el punto está hecho. Hay decisiones legales y hay decisiones coherentes con la legalidad. No hay necesidad de decidir todo el tiempo con un manual de moral en la mano. Hay que tener oportunidad para todo y la FIFA, una vez más, no respetó este principio civilizatorio básico.


A la FIFA le preocupa más el respeto por la entidad y por sus autoridades (incluyendo a las del campo), que asegurar que las reglas nos permitan gozar viendo buen fútbol.


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