miércoles, 12 de diciembre de 2018

MEDIA CHILENA: PARTE II


Segunda y última parte de mi experiencia en el país trasandino (y Argentina no queda atrás de los Andes también?). Cuatro días en Valparaíso, o Valle del Paraíso, que valieron cada hora.

Revisitando el concepto de Vacaciones

Yo medio que no estoy para disfrutar vacaciones como las entiende el 99% de la gente. Ya no soy joven como para andar de juerga por las noches o excederme con el alcohol. Y no soy tan quedado como para tomar las vacaciones como un descanso puro en un hotel mil estrellas all inclusive tirado en la playa.

Por eso Valparaíso me resultó ideal. No hay adolescentes molestos (solo unos cuantos borrachos inofensivos), y tampoco hay playas ni hoteles exuberantes. Para ver estas cosas uno debería viajar unos pocos minutos hasta Viña del Mar, bastante menos interesante que Valpa.

Arte, arte, arte

Valparaíso es una ciudad de arte. Está toda pintada de arte. La foto que ilustra este post refleja exactamente la mayoría de los recovecos que pueblan la ciudad, llena de murales, casas pintadas de todos colores y mensajes variados.

En los cerros más turísticos hay cientos de lugares de artesanías delicadas y originales (no como las de Plaza Francia). 

Entre las callecitas y escaleras estrechas aparecen como por arte de magia "paseos" que desembocan en pequeños descansos y vistas espectaculares. Uno se puede perder en los huecos valparadisíacos durante días enteros, y siempre tendrá algo más para ver.

También abundan los cafecitos y los restaurantes coquetos, aunque casi ninguno con categoría de "exclusivo". La comida es razonablemente buena. 

Wally Tour

Los tours "gratuitos" están de moda. Se trata de jóvenes bilingües que se visten de Wally para ser reconocidos fácilmente en la plaza del pueblo, y que te llevan a recorrer la ciudad contándote algunos detalles interesantes (y otros no tanto).

Es todo "a colaboración", pero al final capaz que te sale 20 dólares, no sé si más barato que un tour comprado. Anyway, la experiencia es divertida igual porque son contingentes pequeños y hay buena onda.

Nos tocó un tal Felipe, muchachín muy simpático y esforzado, que alcanzó su pico emotivo al contar la historia del golpe del 73. Según él, su padre es pinochetista y el chileno medio no tiene idea de quién fue Allende. Solo les quedó, dice, la percepción banal de que Pinochet los salvó del comunismo y ya. También puso en duda el suicidio de Don Salvador... ahí no sé bien qué decir.

Perros, terremotos, etc...

Yo pisaré las calles de Valpa nuevamente... si es que los perros me dejan. La ciudad está repleta de canes con dos características peculiares. Una es que son lindos, no son los típicos "callejeros" que conocemos por aquí. Quizás hasta son de raza... no sé. La otra es que se la pasan apoliyando todo el día, están como deprimidos. El guía Felipe nos indicó que no debíamos acariciarlos ni hacernos amigos porque después no te los sacás más de encima y se empiezan a pelear entre ellos. Sad story.

Y aunque parezca increíble, en tan poco tiempo que estuve tuve la suerte (?) de experimentar mi propio terremoto!! Bah, un temblorcito, pero que fue suficiente para que se moviera la cama y la tele de manera perceptible. Gran emoción, espero que nadie se haya lastimado.

Otra anecdotilla. Hace como quince años en Washington un grone que custodiaba la puerta del FMI me vio entrar con esa maravilla escrita por Jared Diamond llamada Guns, Germs and Steel y me dijo que era un gran libro y que lo había leído con entusiasmo. Me sorprendí porque en mi cabezota prejuiciosa no entraba que un guardia pudiera interesarse por esa literatura. El domingo en Santiago un mozo del aeropuerto vio en la mesa Homo Sapiens de Harari y me hizo el mismo comentario. No todo está perdido, gente.

Y para terminar, la parte fea del viaje. Mi vuelo partió el domingo 9 a las 16.55 de Chile en un avión sin wifi y me perdí el partido del... siglo? En fin, felicitaciones a las gallinas, con quienes como hincha del rojo comparto filosofía futbolística, como habrán leído en otros posts.


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