sábado, 29 de diciembre de 2018

NORMAS ETICAS DE COMPORTAMIENTO EN EL SUBTE


Mucha gente llama preocupada al programa para pedirnos consejos sobre cuál es el comportamiento más adecuado del sapiens en el subte. El problema de fondo es claro: en horas pico el subte va lleno y todes tenemos que viajar. Ahondemos un poco.

Causales de la incomodidad

Identifiquemos potenciales culpables de que viajemos como ganado (por suerte no compartimos la suerte de esos bichos al llegar a destino... creo).

La empresa. Es claro que con mayor frecuencia, viajaríamos mejor. Pero esta solución no es sencilla de implementar. Primero, como demostró Thomas Schelling, el subte tiene que ir y volver, y si pasa rápido para un lado, por fuerza tiene que ir rápido para el otro. Pero para el otro sentido no viaja nadie, y los costos en promedio suben. Segundo, hay un problema de incentivos, porque si se empieza a viajar con mayor comodidad, más gente va a tomar el subte, lo que nos devuelve a la situación inicial. Tercero, la mayor frecuencia incrementa los riesgos de que haya un accidente. Después de lo de Once hay que tener cuidado.

La cultura. Los horarios fijos y comunes a todos no ayudan a viajar mejor. Mucho menos los bonos por puntualidad, sobre todo cuando son parte esencial del salario. La falsa promesa de que algún día trabajaríamos desde nuestros hogares jamás prendió. Y la descentralización de los lugares de trabajo jamás tomó forma. Laburamos en el mismo lugar y a la misma hora. Absurdo e inevitable.

Lajente. Y sí, también somos culpables. Podríamos coordinar mejor los horarios laborales, salir con más tiempo y tomar un colectivo, ir en bicicleta, o directamente caminar más. Pero no, pretendemos salir 8.30 AM de San Justo y llegar 9.10 AM del mismo día a Plaza de Mayo. No, así no va.

Comportamiento en el subte

Entonces esta es la situación. El subte está en máxima presión y todo el mundo quiere subir sí o sí. ¿Cómo comportarnos saludable y éticamente? A continuación algunas reglas sociales:

Primero, TODES tienen derecho a subir. No hay ninguna justificación racional para que quien está adentro tenga más derecho a viajar que quien quiere subir. O mejor dicho, podría haberlas, pero en general las desconocemos. 

Por ejemplo, alguien que se sube en una estación cercana al destino podría ir caminando, pero quiere tomar el subte igual. Esta sería una buena razón para evitar que suba a joder al resto, pero no sabemos si esa persona en realidad está enferma o pasó algo sobre la tierra que le impide otra opción de viaje.

El argumento "no entramos" es falaz. Si la persona que lo esgrime se baja, el que quiere subir entra. Lo que se está esgrimiendo, sin ninguna justificación, es que quien está adentro viaja y quien está afuera no. "Yo llegué primero" podría servir como razón para viajar cuando realmente ya no entra más nadie, pero no para viajar con comodidad. Vivir más lejos no justifica en absoluto esta prioridad (y más siendo que paga lo mismo que quien viaja poco). Y si bien es cierto que finalmente, el espacio es finito, determinar el límite no es obvio.

Segundoviajar con incomodidad es lo que se espera en el sube a las 8.30 AM. Empujarse, apretujarse, tocarse es inevitable. No se puede desconocer la realidad. No podemos quejarnos de que llueve a la intemperie. Y si tenés limitaciones para viajar así, pensá opciones alternativas. Los jubilados viajan cada vez menos en horarios pico porque entienden el problema; con un poquito de esfuerzo, podemos ser casi tan racionales como ellos. Por ejemplo, se podría avisar al laburo que no nos gusta la colonia ajena y que no podemos viajar en hora pico.

Por lo tanto, durante el viaje hay que maximizar la tolerancia asumiendo que, igual que yo, el 99% de quienes viajan son laburantes y la pasan igual de mal. Ayudar a que suba la mayor cantidad de gente posible, bajarse si se está cerca de la puerta para dejar pasar, y no perder el humor son estrategias que generan empatía y relajan el viaje. 

Tercero, el conductor debe colaborar para mantener en el público una actitud positiva. Comentarios por micrófono del tipo "no trabe las puertas", como si se lo hiciera a propósito, caen muy mal y no resuelven nada. Mucho menos las amenazas como "el de campera azul que no se haga el pelotudo" o similares.

Cuarto, la empresa debe minimizar la probabilidad de accidentes o demoras en horas pico, a toda costa. Un solo tren que falle afecta la calidad de los viajes de una hora entera, por lo menos.

Conclusión

La tolerancia y la civilidad siempre son importantes, pero se vuelven CRUCIALES en momentos de stress. Jugar al juez de la ética y la moral universal en un subte repleto es inútil y absurdo. Hay que bajarse del yobaca y entender al prójimo y la prójima.

Simplemente tratando de ponerse en el lugar del otre (no literalmente, porque no entramos todos), un viaje tortuoso puede transformarse en un momento menos traumático, y hasta quizás dé lugar a alguna reacción simpática del vecino o vecina de cuerpo.


sábado, 22 de diciembre de 2018

ELECTROS MARAVILLOSOS


Reconozco que me sorprendo fácil. Y una de las cosas que más me emocionan es ver la variedad y calidad de electrodomésticos de que disponemos hoy día. Hablemos un poco de las fantásticas comodidades modernas.

ElectroGenialidades Línea Blanca

Calentador de agua. Lo ponés, te mandás a mudar y termina en el punto justo, sin peligros, ni de olvidarte y que hierva el agua del mate. Y rapidísimo también.

Cafetera. Los nuevos cafés en cápsulas son fantásticos. Rápido, temperatura justa. Y casi nada que limpiar al final. Hay algunos razonablemente baratos (pensá en el café que perdés al tomar en una cafetera común porque sobra o se quema), hasta los más exclusivos.

Plancha vertical. Sí, una plancha vertical que saca las arrugas de la ropa colgada con vapor. Insuperable para los que estamos apurados o no tenemos mucho espacio.

Robot aspiradora. Acá estamos en otro nivel de gasto, pero si te alcanza la guita, este electro es directamente milagroso. Te vas a dormir y te limpia la casa, papá. Ya sé que no hacen "limpieza profunda" y esas cosas, pero para mí, que lo principal es la superficialidad (lo que se ve), es sensacional. También hay aspiradoras chiquititas para las miguitas de la mesa. Fantástico.

Cocina de aire. Bien, hemos llegado al máximo maximorum de los electros. Un aparato verdaderamente "behavioral" que cocina sin aceite y deja la comida igual que si la freís. El gusto que queda no es rico, pero las papas quedan crocantes igual, y uno se imagina en ManDonalds sin reventarse el hígado. Se limpia facilísimo, tiene timer y también te sirve para tostadas (no se pasan jamás). 

Lo que falta

Deben haber muchos electros más, y ni hablar de los aparatos modernos dedicados al entretenimiento, que son más sorprendentes aun. Pero hay un par de cositas que todavía no aparecen y que, dada la tecnología disponible, deberían.

Cortadores de uña automáticos. Los hay para los niños, pero por qué no destinarlos a los adultos también? Cortar las uñas de los pies es una tarea desagradable y dificilísima a la vez. ¿Cómo puede ser que no haya nada para simplificarla?

Abrelatas automáticos. Como buen economista, me la paso asumiendo abrelatas, pero si fueran automáticos lo haría mucho mejor. Abrir una lata te corta, te ensucia, y se tarda. Los mecánicos ayudan, pero se han ido reemplazando por el viejo abridor manual.

Destapadores automáticos. Bueno, comprendo la posición de los expertos enólogos y sommeliers, pero hay gente que no lo es y vería con muy buenos ojos poder abrir una botella de vino sin los costos típicos asociados a tal empresa. Háganlo por los que no nos importa hacernos los cancheros. Gracias.


Abro comentarios para hablar bien de otros electros, o para proponer otros nuevos. Pero no para criticarlos.





miércoles, 19 de diciembre de 2018

DECIDIENDO PRECIOS (RESEÑA DE ATRAPAME SI PUEDES, DE V. GIARRIZZO)


Casi absurdamente, la inflación sigue siendo después de 70 años un tema central en la macro argentina. Muchos economistas siguen pensando que resolver este problema "es una boludez", pero yo siempre he defendido la idea de que la inflación en Argentina tiene varias características propias, y de que vale la pena meterse en los detalles porque podemos aprender bastante respecto de su dinámica.

Y esto es lo que intenta hacer Victoria Giarrizzo en Atrápame si Puedes (un título que no da lugar a demasiado optimismo). Se trata de un libro breve donde el problema "argentino" de la inflación opera en realidad como excusa para indagar sobre algunas de las peculiaridades de las decisiones económicas domésticas.

El libro está plagado de experimentos sencillos pero interesantes sobre la psicología económica de varios actores. La búsqueda es amplia, porque en la visión de Victoria, la inflación es un poco responsabilidad de todos, lo que parece abonar la tesis de que son los problemas de coordinación (ella agregaría "colaboración") los que caracterizan nuestro histórico trauma con los precios. Así, el libro trata más sobre la inercia inflacionaria que sobre sus causas últimas, una aproximación razonablemente orientada teniendo en cuenta nuestra historia con el fenómeno.

Al final, Atrápame... parece apuntar a la hipótesis de que el verdadero drama argentino es, en cierto sentido, moral. A veces la falta de solidaridad parece ser el mero resultado del "funcionamiento del mercado" y otras de características personales de los actores involucrados, quizás provocadas por décadas de inestabilidad y frustraciones. En cualquier caso, si este es el verdadero obstáculo, nos llevará muchísimo tiempo superarlo.

Victoria es una entrepreneur del conocimiento. Avanza y avanza sin parar, y si en su carrera no logra atrapar definitivamente a la inflación (¿alguien puede?), en el medio nos deja un montón de disparadores jugosos para profundizar un punto central: cómo se deciden los precios en nuestro país.

miércoles, 12 de diciembre de 2018

MEDIA CHILENA: PARTE II


Segunda y última parte de mi experiencia en el país trasandino (y Argentina no queda atrás de los Andes también?). Cuatro días en Valparaíso, o Valle del Paraíso, que valieron cada hora.

Revisitando el concepto de Vacaciones

Yo medio que no estoy para disfrutar vacaciones como las entiende el 99% de la gente. Ya no soy joven como para andar de juerga por las noches o excederme con el alcohol. Y no soy tan quedado como para tomar las vacaciones como un descanso puro en un hotel mil estrellas all inclusive tirado en la playa.

Por eso Valparaíso me resultó ideal. No hay adolescentes molestos (solo unos cuantos borrachos inofensivos), y tampoco hay playas ni hoteles exuberantes. Para ver estas cosas uno debería viajar unos pocos minutos hasta Viña del Mar, bastante menos interesante que Valpa.

Arte, arte, arte

Valparaíso es una ciudad de arte. Está toda pintada de arte. La foto que ilustra este post refleja exactamente la mayoría de los recovecos que pueblan la ciudad, llena de murales, casas pintadas de todos colores y mensajes variados.

En los cerros más turísticos hay cientos de lugares de artesanías delicadas y originales (no como las de Plaza Francia). 

Entre las callecitas y escaleras estrechas aparecen como por arte de magia "paseos" que desembocan en pequeños descansos y vistas espectaculares. Uno se puede perder en los huecos valparadisíacos durante días enteros, y siempre tendrá algo más para ver.

También abundan los cafecitos y los restaurantes coquetos, aunque casi ninguno con categoría de "exclusivo". La comida es razonablemente buena. 

Wally Tour

Los tours "gratuitos" están de moda. Se trata de jóvenes bilingües que se visten de Wally para ser reconocidos fácilmente en la plaza del pueblo, y que te llevan a recorrer la ciudad contándote algunos detalles interesantes (y otros no tanto).

Es todo "a colaboración", pero al final capaz que te sale 20 dólares, no sé si más barato que un tour comprado. Anyway, la experiencia es divertida igual porque son contingentes pequeños y hay buena onda.

Nos tocó un tal Felipe, muchachín muy simpático y esforzado, que alcanzó su pico emotivo al contar la historia del golpe del 73. Según él, su padre es pinochetista y el chileno medio no tiene idea de quién fue Allende. Solo les quedó, dice, la percepción banal de que Pinochet los salvó del comunismo y ya. También puso en duda el suicidio de Don Salvador... ahí no sé bien qué decir.

Perros, terremotos, etc...

Yo pisaré las calles de Valpa nuevamente... si es que los perros me dejan. La ciudad está repleta de canes con dos características peculiares. Una es que son lindos, no son los típicos "callejeros" que conocemos por aquí. Quizás hasta son de raza... no sé. La otra es que se la pasan apoliyando todo el día, están como deprimidos. El guía Felipe nos indicó que no debíamos acariciarlos ni hacernos amigos porque después no te los sacás más de encima y se empiezan a pelear entre ellos. Sad story.

Y aunque parezca increíble, en tan poco tiempo que estuve tuve la suerte (?) de experimentar mi propio terremoto!! Bah, un temblorcito, pero que fue suficiente para que se moviera la cama y la tele de manera perceptible. Gran emoción, espero que nadie se haya lastimado.

Otra anecdotilla. Hace como quince años en Washington un grone que custodiaba la puerta del FMI me vio entrar con esa maravilla escrita por Jared Diamond llamada Guns, Germs and Steel y me dijo que era un gran libro y que lo había leído con entusiasmo. Me sorprendí porque en mi cabezota prejuiciosa no entraba que un guardia pudiera interesarse por esa literatura. El domingo en Santiago un mozo del aeropuerto vio en la mesa Homo Sapiens de Harari y me hizo el mismo comentario. No todo está perdido, gente.

Y para terminar, la parte fea del viaje. Mi vuelo partió el domingo 9 a las 16.55 de Chile en un avión sin wifi y me perdí el partido del... siglo? En fin, felicitaciones a las gallinas, con quienes como hincha del rojo comparto filosofía futbolística, como habrán leído en otros posts.


MEDIA CHILENA: PARTE I


Estuve una semana en Chile, mitad en Santiago y mitad en Valparaíso, tiempo suficiente para no aprender absolutamente nada sobre este país. Sin embargo, como todo homo sapiens que se precie no resisto la tentación de sacar conclusiones apresuradas con muestra n=1. En lo que sigue, unos breves prejuicios sobre lo que vi. La parte I sobre Santiago, la II sobre Valpa.

Transporte

Uno llega y lo primero que aprecia es el transporte. Aterrizamos fenómeno pero nadie aplaudió, cual película de cine que no es de dibujitos. El aeropuerto Merino no tiene nada especial, pero moverse desde ahí es mucho más cómodo y barato que acá. Me tomé un micro hasta el centro valor 100 mangos, para luego tomar el fantástico subte.

El subte es fantástico, no porque sea lindo, feo, sucio, limpio, barato o caro, rápido o lento, con asientos o manijas, iluminado o no, ni nada eso. Es fantástico porque cumple con la única condición que todo viajero de subte valora: que vengan uno detrás del otro. Es lo que hace que los pasajeros lloren de emoción al tomarlo. Ni un vagón comedor compensaría jamás algo tan simple y tan importante a la vez.

Santiago tiene Uber, con algunos quilombitos también por allá, parece. Pero funciona. El Easy Taxi también está bueno. Todo muy seguro, amable y a precio razonable.

Y no como acá

En algunas cosas, Santiago se parece cada vez más a una sucursal de USA. Malls interminables, con millones de almas desesperadas por comprar, colas imposibles en los probadores, marcas súper baratas y de las otras. Están las mismas marcas de ropa de USA, con un par de excepciones (por ejemplo, no está Payless Shoes).

Tuve el placer de renovar mi vestuario en H&M, el Macogüens sueco, que tenía ofertas irresistibles, aunque de bastante mejor calidad que la marca local. Es realmente increíble (¿triste?) que aun con un tipo de cambio recontra desfavorable las diferencias de precio de las ofertas sean de 2 o 3 a 1 a favor de los chilenos. No entiendo, los aranceles no son ni el doble ni el triple. No sé bien cómo funciona la cosa pero la liberalización comercial sola no puede explicarlo.

Mercados, mercados

Moré en la zona de Bella Vista, con cafecitos y restaurantes simpáticos, pero que igual creo están lejos de lo mejor que tenemos en Palermo. La competencia funciona pero no anula, los precios convergen y comer afuera cuesta algo más que en CABA. La propina es fija en 10% y se carga a la tarjeta. En el morfi el tipo de cambio sí refleja la paridad de precios internacionales.

Entre las curiosidades lingüísticas, el dulce de leche es manjar, el acompañamiento es agregado, y la carne que lleva de todo arriba (fritas, huevo, arroz, etc) se llama "a lo pobre". El cortado simple es... un cortado. Y el café solo se llama americano.

Pero la acción comercial real está en la calle. En ciertos lugares se venden incluso cosas "sanas": fruta, frutos secos, jugos. Es acá donde se acaba la asociación con USA y empieza el estilo "país en desarrollo", por decirlo suavemente. Miles, miles y miles de puesteros en las calles y avenidas pueblan la ciudad, sin contar a los que van caminando. Debe haber alguna organización por parte de la Alcaldía, pero no logré determinar bien la lógica. Los mercados de comida en la calle tienen su propio centro, y el sábado nos vimos en la imposibilidad técnica de transitar por allí, atosigados por una maroma infinita de almas de todos los países latinos que pugnaba por no sé qué.

Sigo sin entender del todo cómo es que este sistema termina en un país desarrollado, pero los que saben tendrán su explicación.

Gente

Que yo sepa, los chilenos no nos odian. Ok, nadie va a ponerse a putear a un cliente, pero en Argentina he visto cada cosa... Nadie puso cara al saber que yo era de acá, y la cordialidad y la solidaridad fue absoluta. De nuevo, muestra uno, pero es lo que vi.

Otro sabor a USA es que los autos paran en las esquinas y dejan cruzar al peatón. Tuve que evitar acostumbrarme porque volvés a Argentina y te pisan.

Anécdota menor: hago una cola larga en una máquina del subte para sacar la SUBE (se llama BIP) y la máquina no tenía tarjetas. Pregunto y el asistente (siempre hay un asistente fijo ayudando en las máquinas) me indica en qué máquina sí había. Vuelvo atrás a rehacer la cola, y un morocho clase baja me llama y me invita a ponerme adelante de él. Agradecí casi emocionado y el tipo hizo un gesto entre desgano y resignación que me partió el alma. En fin...

Politics

Mi costado progresista se sintió cubierto al asistir al Museo de la Memoria. Mi sensación al verlo fue que toda la cuestión de la resistencia, los recuerdos, la justicia, las canciones de Jara y Parra, las revoluciones fallidas y los sueños de solidaridad quedaron como un regalito barato del poder a los progres o semi progres que añoran al de la foto que ilustra este post. 

Pero es obvio que la política económica no se ha definido ni de cerca por los deseos de la izquierda, ni siquiera la moderada. A cambio, los gestores han tenido el gesto, el poco costoso gesto, de permitir estos juegitos sociales. Un poco triste lo que digo, pero es lo que me vino a la mente en ese momento.

Concluiendo

Santiago tiene barrios lindos y de los otros. Creo que tiene menos varianza que CABA, donde todo parece más extremo, desde Once a Las Cañitas.

Si tenés que comprar, dale a la ropa de cadenas baratas (Ripley, Paris, Johnsons, etc), que siempre será más económico que acá, no importa el cambio. Lo otro que es mejor son las hojitas de afeitar, que están afiladas, un hecho desconocido por nuestras pampas.