sábado, 15 de septiembre de 2018

EXPECTATIVAS DE INFLACIÓN Y CONSUMO: PARTE I



Volvamos un poquito a la macro, que hace mucho que la tenemos abandonada. El tema que nos ocupa hoy es la relación entre expectativas de inflación y consumo. Ojo, no vamos a discutir si el consumo (o el "exceso de demanda") genera inflación. Al revés, nos interesa saber qué hace la gente con la guita cuando espera mayor inflación.
Una relación difícil
¿Afecta la inflación a la demanda agregada? La relación teórica entre expectativas de inflación y consumo no es unívoca. Por un lado, si la demanda de dinero es proporcionalmente mayor en las clases que proporcionalmente más gastan (por ausencia de alternativas financieras para resguardarse de la suba de precios entre fechas de cobro), la inflación puede reducir el gasto agregado, ya que el deterioro del poder de compra es mayor en los pobres. Más en general, se ha sugerido que puede haber una relación negativa debido a que la inflación deteriora el funcionamiento del sistema financiero, induciendo un aumento en las restricciones crediticias, lo que a su vez reduce la liquidez y las posibilidades de consumo, provocando una caída de la demanda. Incluso es posible que si los agentes anticipan esta circunstancia y actúan de manera óptima, decidan aumentar el ahorro por razones precautorias.
Por otro lado, las expectativas de una inflación alta o creciente en ausencia de ajustes nominales sincronizados en el agregado y con un stock de demanda de dinero positivo podrían significar una intención de acelerar el consumo, sobre todo de bienes durables, a fin de evitar el deterioro del poder adquisitivo entre la fechas de cobro de los ingresos.
El Gato Katona
George Katona fue pionero en realizar entrevistas incluyendo preguntas sobre la inflación esperada, a fin de determinar el humor macroeconómico de los agentes y sus reacciones respecto del consumo y el ahorro. Mientras que en general durante la posguerra la suba de precios indujo un menor consumo, las reacciones ante la inflación esperada en durables (autos e inmuebles) era la de comprar rápidamente. En Suecia encontraron que los efectos sobre el consumo dependía del nivel de inflación. Una inflación de menos del 8% anual inducía una leve reducción de las intenciones de consumir, mientras que una inflación mayor que esa producía un leve incremento.
Inflación de Activos
De todos modos, en general los resultados de las investigaciones tienden a revelar que las reacciones sobre el consumo de la inflación esperada son poco significativas a menos que el individuo reconozca una relación específica entre la inflación que espera y los precios de los bienes que le interesan comprar o que le sirven de referencia. 
Concretamente, desde un punto de vista psicológico la relación entre las percepciones de precios y el consumo parecen más ligadas a los precios de los activos y los bienes durables que a los precios de los bienes de consumo no durable. El consumo y el ahorro de los agentes reacciona más con la suba de los precios de los inmuebles o de los autos que con la suba del precio del maracuyá o de los hisopos.
Los consumidores tienden a formar expectativas sobre los precios de aquellos bienes que persisten en el tiempo, precisamente porque pueden observar en la práctica el precio futuro, lo que se suele usar para comparar y evaluar la racionalidad de la compra. A los precios de los bienes no durables se les presta menos atención porque cuando su precio cambia, éstos ya han sido consumidos. Así, un consumo erróneo de un bien que era “demasiado caro” puede enmendarse fácilmente comprando la nueva tanda de bienes al precio más conveniente. Pero esta nueva oportunidad no existe para el caso de muchos durables o de activos físicos, ya que estos se van consumiendo (amortizando) siempre al precio de compra original.

En el próximo post completamos estas ideas. Verán que sus implicancias son más importantes para otros países que para Argentina...


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