viernes, 19 de febrero de 2016

Mente Economicus (una reseña de "La Vida Secreta de la Mente", de Mariano Sigman)

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Pese a que Proyecto G, el gran programa divulgativo de ciencia de Diego Golombek, ya era excelente, recibí con alegría los aportes de las últimas temporadas del neurocientífico Mariano Sigman. El estudio de la mente es de lo más interesante de la ciencia moderna. Sí, todos nos emocionamos un poco cuando aparecen ondas gravitacionales o el bosón de Higgs, pero la verdad es que nuestra capacidad de comprensión de estos hallazgos y su significado es muy limitada. Enseguida nos preguntamos si estos descubrimientos físicos nos va a servir para mejorar nuestra vida económica. 

Con las disciplinas de la mente la cosa es distinta. Los experimentos y los descubrimientos refieren a situaciones con las que tropezamos día a día. Las explicaciones que leemos sobre ellas suelen ser sencillas y no es necesario usar matemática abtrusa para explicar un razonamiento. A las ciencias de la mente las reconocemos enseguida, y las transmitimos fácilmente a otros interesados. 


Por eso siempre decimos que la economía tiene mucho más para aprender de la psicología y la neurociencia que de la física o la matemática. La economía trata con decisiones humanas, y sobre todo, con la percepción que los humanos normales (promedio) tienen sobre las decisiones de los demás y los fenómenos que las afectan. El homo economicus no simplifica, no usa pistas, no se equivoca. El homo sapiens sí. Y para entender cómo, nada mejor que las ciencias de la mente.


Tomemos por ejemplo la cuestión de los experimentos de laboratorio o naturales. Un experimento en economía suele presentarse junto a un modelo complejo, con hipótesis enrevesadas, y el testeo se realiza con medidas estadísticas la mayor de las veces incomprensibles para la persona común. En psicología o neurología, todo es mucho más sencillo y directo. Sé que hay refinamientos que no son tan obvios, pero en general lo que se testea es algo que el testeado debe entender (al menos indirectamente), para que el experimento revele las intenciones del evaluado. En economía no se testea gente, sino resultados económicos agregados donde los individuos ya eligieron y sus razones se pierden en el agregado.


Hay varias partes del libro de Sigman que los economistas podemos aprovechar. Una de ellas, quizás la que más me sorprendió, son los mecanismos de aprendizaje y enseñanza que tiene nuestro cerebro. Mientras los economistas nos pavoneamos con modelos que asumen expectativas racionales (esto es, donde el aprendizaje no ocupa ningún rol), los descubrimientos de las ciencias de la mente nos dan pistas concretas sobre cómo aprendemos, enseñamos, acertamos, fallamos y, en general, decidimos. Pero muchos economistas académicos no toman nota de quiénes somos en realidad.



La cuestión del aprendizaje tratada en el libro también nos sirve para entender cómo debiéramos encarar la docencia en economía. Hay pruebas de que se aprende haciendo, y en particular, enseñando. En lugar de ofrecer disertaciones magistrales para un público aplaudidor, deberíamos pensar cómo hacer para que los alumnos pasen al frente y den clase ellos. Las experiencias de tutoría de tesis por parte de alumnos a otros alumnos parece que también funcionaron bien en algunos países. Siendo que los tutores nunca alcanzan, podríamos aprovechar y poner a algunos alumnos a evaluar otros.



Sé que hay bastantes libros sobre estos temas hoy en el mercado (no tantos de argentinos), pero aunque hayas leído mucho del tema, "La Vida Secreta de la Mente" vale su precio, su peso, y su ISBN. 




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