domingo, 10 de marzo de 2019

QUÉ ES CAPITALISMO PARTE VIII: TRABAJO


De las fuerzas productivas, nos faltaba hablar de la más natural, la fuerza de trabajo. No nos vamos a concentrar en qué es y qué no es trabajo, sino en la naturaleza de la relación laboral o salarial evaluando si se trata, como afirmaba Marx, de una característica pura y propia del capitalismo.

El contrato laboral

Desde el fin de la esclavitud el trabajo no se compra sino que se alquila. Si bien esto no obsta al empleador de contar con un poder potencial sobre el empleado, hoy se establecen límites legales para esta asimetría, por ejemplo mediante contratos de trabajo.

Hay dos tipos de relaciones capitalista-trabajador. Una es el contrato de servicios (empleo tradicional) y otra el contrato por servicios (contrato de venta). El empleado hace las cosas como se las dice su patrón, el plomero que te arregla la canilla lo hace cómo él cree que hay que hacerlo. La diferencia es importante porque en la primera predomina la dependencia mutua, y también la arbitrariedad del patrón.

Dado que las tareas específicas del proceso de producción tiene incontables aristas, la relación de empleo tradicional suele ser la más común. No se puede codificar cada tarea taxativamente. Esta falta de especificación plena de los contratos (cuyo extremo hoy se conoce como flexibilidad laboral) es un arma de doble filo: favorece la producción pero genera vacíos legales de difícil solución (históricamente resueltos en favor de la parte más poderosa).

Como no todo puede estar escrito, la relación laboral está llena de implícitos: confianza, lealtad, deberes morales, estímulos especiales, etc. La mayoría de estos determinantes, por supuesto, no son estrictamente económicos y están basados en normas sociales. Por eso, la relación laboral excede por mucho la visión meramente economicista, y no podría existir si estos otros aspectos estuvieran ausentes.

El futuro del trabajo

No, no hablaremos del impacto de la tecnología sobre el empleo. Nos referimos a los mercados de trabajo futuro. En particular, cómo se asegura un capitalista la fuerza de trabajo futura? En la esclavitud, este mercado estaba "asegurado", pero en el capitalismo ya no. Hay garantías legales que impiden esta lógica. (Para Marx, sin embargo, esto estaría asegurado gracias a la existencia de un "ejército de reserva". Modernamente esta situación no aplica a todos los países). 

Muchas teorías han destacado el problema del costo hundido del entrenamiento de los trabajadores, que puede ser aprovechado luego por otra firma. Ante la incertidumbre sobre si el capitalista podrá mantener a su empleado, las firmas podrían subinvertir en desarrollar sus capacidades.

Las soluciones de mercado para este problema no son sencillas, y por lo general la salida es algún tipo de intervención vía subsidios del Estado, o bien la capacitación directa por parte del sector público.

Relación Salarial y Capitalismo

Supongamos que en lugar de capitalistas que contratan empleados, cada persona fuera "su propia empresa". ¿Sería esto todavía capitalismo? Para algunos esta es la máxima utopía de un sistema de libre empresa: cada persona es un/a entrepreneur exitoso/a y vive de su propio esfuerzo, sin explotar a nadie. 

Para Marx, desde luego, esta utopía ya no sería capitalismo, pues el mismo se basa en la explotación y la extracción de plusvalor del capitalista respecto de la fuerza de trabajo. 

Es evidente que desde el comienzo de la era industrial la relación laboral se hizo más y más importante. Pero esta relación no fue siempre igual. Al principio el proletariado estaba sujeto a una explotación feroz, con castigos físicos, mínima duración de los empleos, y ausencia de derechos básicos. No muy diferente a la esclavitud (aunque quizás más productiva). 

Con el tiempo aparecieron los sindicatos y las leyes laborales, mejorando la situación de los trabajadores. Pero para esta época el capitalismo ya había despegado. El progreso inicial se produjo con relaciones laborales brutales, mucho más parecidas a las feudales que a las modernas, y con una disparidad de poder enorme entre las partes. Caracterizar el surgimiento del capitalismo como la explosión de la "libre contratación" con igualdad de oportunidades entre partes es un cuento chino. No, ni siquiera en China fue así.

Así, un mundo de autoempleados con empresas unipersonales probablemente no habría tenido el mismo éxito. Y lo mismo para las firmas con alta participación en las ganancias de los trabajadores. En Argentina, es cierto que muchas empresas recuperadas tuvieron que soportar embates legales por parte de los dueños originales, pero otras fueron muriendo de falta de motivación.

Conclusión

El empleo durante el despegue capitalista distó de ser una relación libre entre dos partes que acuerdan con igualdad de fuerzas. 

Por un lado, esta relación no sería posible sin la existencia de una ley que la ordene y la organice. Por el otro, la relación salarial constituyó un hito fundamental en el desarrollo de las fuerzas productivas. Fue luego el progreso el que trajo consigo notables mejoras para los trabajadores.

Nos quedan un par de temas. En la próxima entrega hablaremos brevemente del papel de la tecnología y en la décima y última intentaremos contestar algunas de las preguntas originales planteadas en la Parte I.



















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