domingo, 13 de octubre de 2019

ESCAPADA CONDUCTUAL A USHUAIA PARTE II


Si el paro de pilotos le puso tensión a la ida, el rayo que impactó el sábado en Aeroparque sobre el Instrument System Landing Monitor (IS-LM) nos dejó en desequilibrio y a punto de no poder regresar. 

Mientras, durante la semana en Ushuaia siguieron sin cesar las tormentas de nieve y el paisaje se tornó blanco (no me pidan detalles, solo distingo un tipo de ellos), como si estuviéramos en pleno invierno. 

En un breve interludio en que la nieve cedió, fuimos a navegar por el Beagle. El viaje que famosamente hizo Darwin, pero con calefacción y alfajores incluidos. Luego de visitar minúsculas islas rocosas donde se concentraban ineficientemente unos cuantos lobos marinos, llegamos a un faro, prototipo del bien público. El faro en cuestión no es el del Fin del Mundo, aquel que inspirara a Julio Verne (lo aclararon en la explicación, no nos mintieron), sino uno más cercano. El verdadero es el de la foto, que es una versión moderna de lo que alguna vez funcionó en la Isla de los Estados. Por suerte en esa época había homos que no eran del todo economicus.

Estuve charlando bastante con la gente de allá sobre la Universidad en Tierra del Fuego, y sobre la carrera de economía. Mi impresión luego de visitar varias casas de estudios en varias provincias es que estos proyectos educativos son inviablemente necesarios. 

Aclaro el concepto, si podemos llamarlo así. Hay decisiones de inversión de largo plazo que, bajo cualquier medida, no dan positivo. Y sin embargo, si no existieran nunca nada cambiaría. Si hubiéramos calculado el VAN o la TIR del proyecto del primer emprendedor de la edad media que se la jugó por la revolución industrial, hubiera dado que no valía la pena. Y sin embargo, aquí estamos todos bien calefaccionados y comiendo alfajores gracias a estos arriesgados empresarios. Los emprendedores sociales son aun mucho más importantes, porque son los que cuando alguien se la juega por la máquina a vapor, te hacen las vías para el tren que vas a inventar con ella. 

Pero si esto es así, ¿cómo distinguimos los proyectos faraónicos y desgastantes de los que valen la pena? Simplemente no es posible. Habrá que probar, errar, y volver a probar. Siempre hay algún criterio razonable que detiene los absurdos. Los que quieren hacer un subte en Ushuaia no tendrán consenso ni financiamiento, así que es difícil que prosperen. Pero las universidades descentralizadas no tienen nada de absurdo, todo lo contrario. Y ninguna región del mundo quebró por intentarlo.






No hay comentarios.:

Publicar un comentario