sábado, 29 de junio de 2019

NO ME GUSTA LA MÚSICA


No me gusta la música, pero llegué a esa conclusión tras varios años de reflexión. La expresión, seamos honestos, tampoco es particularmente informativa. "No me gusta" puede significar muchas cosas. 

Gustos de Comida

Tomemos el caso de la comida. A mí no me gusta el apio, por su gusto. El excremento tampoco me suele gustar, aunque por razones de asco. Pero feo gusto y asco no son la misma cosa. Obligar a comer lo primero puede ser poco agradable, pero lo segundo se parece más a una especie de tortura. 

En cualquier caso, este tipo de disgustos no parecen tener puntos de contacto con el hecho de que no me guste la música. Escuchar música o cantar no significa para mí pasar un mal momento, y solo experimento un fuerte desagrado ante casos verdaderamente enojosos, como cuando se grita o se repite demasiado. Esta actitud la comparten amantes de la música, según creo.

Gustos Políticos

Otro tipo de gusto tiene que ver con la "ideología". Hay ideologías que a mucha gente le repelen, sin duda. La sensación de estos convencidos es que quienes defienden otras ideologías están equivocados, o son malas personas.

Otra vez, poco que ver con lo que me pasa con la música. Me parece bien que la gente escuche y se emocione con esos sonidos. No hay nada de malo, no produce por lo general externalidades negativas. A mí mismo me pasa, por momentos, que me engancho con algunos temas o con ciertas bandas.

Desconogusto

Otro posible sentido del "no me gusta" es "no conozco". Es normal que se asuma que lo no conocido se asocia con lo que no nos gusta. Por ejemplo, a mí no me gusta la topología ni la química inorgánica, pero en realidad no sé casi nada de ellas. Si me pongo a leer un paper sobre esos temas me muero de embole, pero si un divulgador me da una clase brillante, quizás me termina pareciendo fascinante. No hay que minimizar el papel de esta confusión: todos los tests vocacionales nos preguntan si preferimos o no un montón de temáticas sobre las que no tenemos ninguna idea formada.

Tampoco éste es mi caso con la música. Conozco la música, la conozco bien. Tengo incluso parte de ese saber inútil (aunque extrañamente respetado) consistente en reconocer melodías, letras y estilos musicales. Mi no gusto tiene conocimiento de causa.

Gusto por el Arte

Comparemos entonces con otros artes. Lectores, pónganse a pensar si les gusta la escultura. O el arte bizantino, o la pintura medieval, o los garabatos paleolíticos de las cavernas. Seguramente hallarán estas cuestiones interesantes. Hasta podrían decir que NO NO les gustan. O sea, no las rechazan, pueden admirarlas durante un tiempo, pero eso es todo. 

 Por qué no me gusta la música


Bueno, parte de la clave está en el "eso es todo". Amantes de la música jamás tendrían una actitud como esa ante ella. Les gusta la música por la positiva. Tienen una actitud activa hacia ella. No es que si se cruzan con la música le dan un poco de bola, curiosean, y "eso es todo". Detallemos.  

Quienes verdaderamente gustan de algo se entusiasman, lo quieren repetir y repetir, se acuerdan todo el tiempo de ello. Profundizan sobre diversos aspectos de su gusto. Se interesan, investigan, analizan. Conversan sobre el tema y quieren compartir y enseñar al resto sobre sus gustos, y a veces generan controversias en las redes sociales sobre cuestiones relacionadas. También asisten a recitales, siguen la vida y obra de sus artistas idolatrados, y hasta les imitan. Tienen ídolos y enemigos musicales bien definidos. Y buena parte también termina interpretando personalmente ese arte, estudiando, perfeccionándolo; y la mayoría desea fervientemente poder vivir de eso.

Es cierto que muchas de estas actitudes y actividades se observan durante la juventud. Yo mismo mostraba a esa edad un entusiasmo parecido. Pero soy consciente de que ser joven no es lo mismo que ser humano. No se puede decir que a alguien le gusta la música porque de joven le gustaba, como no se puede decir que a alguien le gusta la vitina porque la comía de bebé. Si hacías estas cosas a los 16 y ahora no las hacés, no te gusta la música.

Yo, al igual que mucha gente que no se engaña a sí misma, no hago ninguna de las actividades que listé antes. Pero a diferencia de gente hipócrata soft, tengo el mínimo coraje de reconocerlo. Mi actitud frente a la música es parecida a la que tengo con los dibujos animados o el automovilismo. No les doy demasiada bola. Claro, cada tanto aparece algo sensacional y lo veo, lo reconozco y lo admiro. Pero eso es todo.

La diferencia entre la música y esos otros desapegos es que la música te rodea. En general no molesta de fondo, es parte inseparable de otros servicios (ej películas) y es un bien público. Como le gusta a demasiada gente, está siempre presente. Esto te obliga a escucharla en todo tiempo y lugar, haciendo más difícil reconocer que no te interesa demasiado.

Si descontamos la actitud hegemónica y colonialista de la música en nuestras vidas, ¿cuánto queda realmente de lo que nos gusta de ella? A mí, muy poco. Y estoy seguro que hay más casos. ¿Lo dudan? Les doy una pista para detectar en otra gente esta propiedad. Pregunten a quienes les rodean (especialmente a quienes no reconozcan como fans) qué música prefieren. Si contestan "toda", es porque definitivamente no les gusta.






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