sábado, 13 de mayo de 2017

LO QUE IMPORTA ES COMO SE JUEGA


Este post es una defensa oligofrénica, obsesiva, fanática y dogmática del lirismo en el fútbol. No busquen fundamentos empíricos o teóricos, no busquen afirmaciones lógicamente consecuentes, no busquen cualificaciones, excepciones ni contrastes. En los próximos párrafos se encontrarán únicamente con epítetos semicongruentes, gritos alocados y justificaciones imposibles. Para una visión algo menos enfermiza, pueden ir acá.

Podemos resumir la gran discusión histórica del fútbol en los dos siguientes extremos: "ganar es lo único" (GU) y "lo que importa es cómo se juega" (IJ). Creo que las posturas crudas no merecen mayor presentación, se explican por sí mismas. Últimamente, sin embargo, la postura IJ ha debido moderar su posición y reconocer que "jugando bien es más probable ganar". De modo que podríamos decir que la discusión teórica parece haberla ganado GU (era lógico, es lo único que les importa), mientras que a IJ le quedaría un mero rol "empírico" o intermediario. Aparentemente, si no fuera porque jugar lindo te lleva a ganar, no sería necesario hacerlo.

Esta última afirmación es la que me parece insostenible desde un punto de vista moral. Antes de seguir, quiero definir "moral", para que no haya malos entendidos. Mi definición objetiva de "moral" es la siguiente: moral es lo que yo creo que es moral, es decir, lo que para mí es bueno o malo, sin importarme en absoluto lo que dicen y piensan los demás.

Una vez explicitados los microfundamentos que guían mi ética, retomemos el debate.  El fútbol es un deporte de multitudes que genera básicamente dos emociones: pasión y placer. Es inmediato asociar la primera con GU y la segunda con IJ. Esta sola apreciación debería bastar para dejar establecido mi punto, pero vayamos más allá.

¿Cuáles son los sentimientos y la psicología asociados a ganar? Los ladri que venden libros de autoayuda te van a decir que ganar es "perseguir la excelencia individual", y babosidades por el estilo. Si bien ganar es por definición una medida relativa, la expresión estaría sugiriendo que uno puede "ganarse a sí mismo", en el sentido de ir mejorando respecto del pasado. Apruebo esta versión, pero nótese que aplica mucho mejor a la IJ que a la GU. 

Pero seamos serios, querer ganarle a otro implica concentrar el objetivo en el adversario, no solo en uno mismo. Ganar se puede definir perfectamente por oposición a perder. No hay ganadores sin perdedores, y por lo tanto estamos hablando de un juego de suma cero. Un corolario obvio de esta verdad es que se puede ganar sin haber hecho más que ver caer a tus rivales. Como hacía Carlos Reutemann en la Fórmula 1: ganaba porque se le rompían los autos a los que iban delante. Así, se puede ganar si el otro no se presentó porque se le rompió el GPS y no pudo llegar al estadio. Porque el rival se lesionó al resbalarse con una cáscara de banana. Porque hubo un error de inclusión formal por una falla de tipeo. Concluimos, sin demasiado fundamento, que si la pasión de ganar está siempre, incluye la pasión de ver perder al otro.

Los IJ, en cambio, no tienen este problema. Se puede perfectamente perder con dignidad habiendo aportado al espectáculo un juego vistoso, talentoso, lírico. El rival, en esta moral IJ, no importa demasiado. Es cierto que hay jugadas líricas que humillan al rival, como los caños o los sombreros. Pero esta humillación (más supuesta que real, ya que casi nadie se acuerda del burlado) está asociada a un detalle artístico, no es gratuita. 

Por eso, es muy triste que muchos GU reciten el sofisma de que el gaste debe ser suprimido con justicia propia mediante la patada correspondiente. Algunos periodistas deportivos han creado una suerte de biblia de la maldad, y justifican la reacción enferma del burlado cuando, por ejemplo, "el partido ya estaba definido". El elogio de la brutalidad en el fútbol es el ataque a la belleza por parte de los envidiosos que carecen de talento. Es la venganza de los que no tienen nada para aportar al espectáculo. Mi opinión respecto de la situación del "lujo para gastar" es la siguiente: si te enoja una instancia del juego que no solo es legal sino que hace delirar al público, no juegues. Estás jodiendo al talentoso, y a un montón que lo admiran. Y practicá más así la próxima lo hacés vos. Otro versículo de la biblia violenta es que el lujo solo debe realizarse "si se hace para ir para adelante", un absurdo teórico y empírico. Estos energúmenos periodísticos
son los mismos que recomiendan al Barcelona "reventarla" cuando sale jugando. Los que prefieren el pelotazo a dividir en lugar del pase arriesgado. Gente que vive, irónicamente, de los que pagan para emocionarse con los amagues de Messi y los regates de Neymar.

Por otra parte, el arte no es solo burlar. También hay rabonas, toques infinitos, paredes, y bombazos al ángulo, que no minimizan al adversario en ningún sentido. A veces, este arte se contrapone con otro, como ocurre cuando se "pica" la pelota en un penal. Si el arquero se aviva, habrá burlador burlado, y el espectáculo seguirá ganando.

A esta altura (o bajura), una pregunta se impone. Si el lirismo lo es todo, ¿por qué no llenamos los estadios con partidos amistosos en lugar de disputar algo?. Bueno, porque la competencia proporciona el estímulo adecuado para que el lujo sea efectivo. El lujo es meritorio cuando el rival intenta evitarlo. Nadie festeja los caños que yo le hacía a mi hija cuando tenía 3 años. La competencia es también competencia por el mejor arte.

Los GU dirán que la táctica y la estrategia son también un arte: posiciones en la cancha, relevos, disciplina de juego, sudor. Esto, por supuesto, es un abuso del lenguaje. Disciplina y arte son opuestos por el vértice. La imposibilidad de crear se maximiza cuando se sigue una regla fija.

El lirismo promueve la exaltación de los talentos propios, la pasión suele derivar en la cargada y la vejación ajena, cuando no en violencia. El lirismo produce placer aun en soledad, la pasión necesita espectadores pasivos a quien burlar. La humanidad ha progresado en buena medida gracias a extender el primer sustantivo, y limitar suficientemente el segundo.

Así que basta de decir que lo más importante es ganar, o que para ganar hay que jugar bien. Jugar lindo es socialmente deseable en sí, más allá de cualquier resultado. Si la plata en juego y el poder impiden el espectáculo, siempre será peor para el fútbol. Justificar esta situación como normal y natural es engañarnos a nosotros mismos.



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