domingo, 11 de agosto de 2019

NO AL LIBRE COMERCIO, SÍ A LAS CRISIS FINANCIERAS


Quizás inspirado por la fantástica serie Years and Years, Chris Dillow posteó en mi blog favorito un artículo que comienza con un interrogante planteado por Dani Rodrik (un gran preguntador): por qué la gente se queja más del libre comercio que de las crisis financieras? La intención de la pregunta es clara: la gente es capaz de votar a gente que le asegura proteccionismo y, al mismo tiempo, jugar a la timba financiera con consecuencias potencialmente desastrosas.

Dillow cita tres razones por las cuales esta actitud le parece especialmente desconcertante. Primero, los crisis financieras son mucho más costosas. Segundo, que en la práctica pocos simpatizan con el sistema financiero. Y tercero, que los perjuicios de las crisis financieras se sienten directamente (no solo vía el "riesgo moral" del too big to fail).

Y a continuación, Dillow propone cuatro razones para explicar este comportamiento. Primero, la admiración a los supuestos magos de las finanzas y a sus trajes, un respeto bien reflejado en la peli Wall Street. Segundo, resignación. "Estamos en el baile, no hay nada que se pueda hacer. Tercero, nadie ve los contrafactuales, y por lo tanto no se calcula cuánto mejor nos hubiera ido sin la crisis de 2009. Y cuarto, la gente es un desastre conectando hechos económicos. Por ejemplo no logra asociar el largo estancamiento de los salarios reales con el endeudamiento y la posterior crisis.

Acuerdo 100% con Dillow, pero a esta lista de sesgos de conducta quisiera agregar uno que (extrañamente) parece haber pasado por alto. Las crisis financieras ocurren luego de una burbuja especulativa. Y de una u otra manera, todos nos "beneficiamos" durante esos momentos de pizza con champagne (con burbujas). El problema es que cuando todo va bien nos creemos unos genios de las finanzas, pero cuando todo se cae le echamos la culpa a alguna institución o grupo (Estado, Bancos, especuladores), no a un fenómeno emergente del sistema. Los momentos de recuperación financiera constituyen una oportunidad para tomar revancha y, esta vez sí, zafar para siempre. 

El libre comercio, en cambio, no otorga esas oportunidades de corto plazo. Sus ventajas son mucho más efímeras. Solo nos permite comprar un poco más baratas las zapatillas importadas (un gasto que hacemos muy de vez en cuando). A cambio, el libre comercio nos expone a la competencia extranjera y nos pone en riesgo de perder el empleo en cualquier momento.

Luego, en esta predilección popular predomina la seguridad de los ingresos corrientes más la jugada a todo o nada con los ahorros (el equivalente financiero de la propensión incontrolable a jugar y apostar de los humanos), que la seguridad de los ahorros y el riesgo de perder el trabajo a mano de un chino.      

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