En el post anterior ilustramos que en Argentina los pobres están lejos de los pobres de los países desarrollados, pero que los ricos no tanto. ¿Cómo llegamos a esto? Hay varias causas, pero voy a arriesgar una que no se menciona tanto, y que probablemente sea incomprobable. Pero nada de esto detiene a un tipo de cambio, ya saben.
Bien, la hipótesis es que llegamos a esto luego de los continuos episodios de crisis que vivimos. En cada crisis, los que pagaron
casi irremediablemente los costos fueron los más vulnerables. Especifiquemos un poco.
La torta del ingreso se divide entre trabajadores
(salarios) y capitalistas (ganancias). En cada episodio de crisis, la
participación de los trabajadores perdió participación en esa torta, y no
siempre lo pudo recuperar. Este gráfico ilustra el asunto.
El primer episodio (1975-1976) es político, el Proceso estafó
por la fuerza a los trabajadores. La hiperinflación de 1989 perjudicó a todo el mundo
por igual. Y los episodios más traumáticos fueron la explosión de los dos
experimentos de apertura económica (Martínez de Hoz y Convertibilidad). ¿Qué pasó?
Para resumir (mucho), nos gastamos todos los dólares.
Tomamos créditos en dólares para viajar al exterior y comprar bienes importados.
El famoso “deme dos”, tan bien ilustrado por la brillante película argentina Plata Dulce. ¿Y por qué gastamos tanto? Los psicólogos lo
saben bien: el ahorro es un mérito y el consumo, un placer. Por eso los
refranes de ahorro exaltan
la planificación y la virtud (“el ahorro es la base la fortuna”; “pan para hoy,
hambre para mañana”); pero los que exaltan el consumo apelan al fin del mundo
(“mañana Dios dirá”; “hoy estamos, mañana quién sabe”; “a gastar que se acaba
el mundo”, no… ese decía otra cosa).
Además está nuestra natural tendencia a ser demasiado
optimistas para cumplir nuestros planes. “La próxima vez que salga a comer
afuera, no voy a pedir postre”. “Vamos al shopping… dale... que es para pasear nomás”. “Estoy decidido, este mes voy a ahorrar el 20% del sueldo”. ¿Quieren
saber si ustedes también se equivocan? Hagan un pronóstico ahora de cuánto
dinero creen que gastarán el próximo fin de semana, y registren durante los dos
días cuidadosamente cada gasto. Se sorprenderán de la diferencia…
Tan claro tenemos que nos gusta gastar, que diseñamos
mecanismos para no tentarnos. El más antiguo era la alcancía, con agujero de
entrada, pero no de salida. Habrá que romperlo.. y es de porcelana. Pero hay otros
muy importantes: el aporte jubilatorio es obligatorio y no voluntario porque si
no, literalmente, llegaríamos a viejos sin un mango.
Estos sesgos, nos hicieron gastar de más. Pero
no estoy siendo justo, porque no todos lo hicimos. Del gasto en bienes importados,
bastante más de la mitad lo explica el 20% más rico. Los ricos, además, tuvieron
crédito. Y ojo que dije
“crédito” y no “deuda”. El “deudor” puede no devolver lo que debe, pero quien
recibió “crédito” es alguien de nuestra total confianza. Así que los ricos pidieron
prestado… y a gastar! Cuando nos quedamos sin dólares y sobrevino la
crisis, como vimos, los que terminaron pagando no fueron los ricos.
Esto
cierra el círculo. El gasto inútil no solo expresa lo mal distribuido que está
el ingreso, sino que en Argentina tuvo además un rol en la generación de las crisis,
que cuando explotaron fueron afrontadas por aquellos que nunca, pero nunca, se
dieron un lujo.
Muy interesante y hace pensar. La hipótesis me resulta apropiada para explicar la existencia de muchos pobres en Argentina. Sin embargo no me explica por qué la cantidad de pobres en Argentina es, en términos relativos mayor que en el primer mundo. ¿Acaso estos fenómenos no ocurren en la forma en que se resuleven las crisis en el primer mundo? ¿Allá no pagan también los que no se endeudaron?, Me parece que en esta explicación falta un pasito todavía. Pero me resultó un muy buen artículo.
ResponderBorrarGracias Salmón! En efecto, una diferencia fundamental entre Argentina y los desarrollados es que aquí "ahorramos" en dólares que no podemos imprimir. Esto produce una brecha entre los que generan dólares (exportadores) y los que los demandan (industria, trabajadores). Un problema viejo como la propia Argentina.
BorrarAbrazo