sábado, 19 de agosto de 2017

EL BUEN ECONOMISTA



En tiempos donde algunos simplistas no solo discrepan con Maynard sino que además lo agreden adjudicándole culpabilidades absurdas, conviene compartir una vez más uno de sus mejores párrafos sobre qué significa ser un buen economista. Comentamos brevemente cada frase:

“El estudio de la economía no parece requerir ninguna dote especializada de un orden desacostumbradamente superior. ¿No es, intelectualmente considerada, una materia verdaderamente fácil, comparada con las ramas superiores de la filosofía y de la ciencia pura?
El economista no suele ser imputado por no ser demasiado matemático, o estadístico, o ingeniero, o historiador. Para hablar de economía basta cierto sentido común, y mantener cierta consistencia ideológica en el discurso. 
¿Una materia fácil, en la que pocos destacan? Esta paradoja quizás puede explicarse por el hecho de que el gran economista debe poseer una rara combinación de dotes. Tiene que llegar a mucho en diversas direcciones, y debe combinar facultades naturales que no siempre se encuentran reunidas en un mismo individuo. Debe ser matemático, historiador, estadista y filósofo (en cierto grado).
Pero ojo. El buen economista DEBE cubrir todos estos aspectos. Y muchos más: 
Debe comprender los símbolos y hablar con palabras corrientes. Debe contemplar lo particular en términos de lo general y tocar lo abstracto y lo concreto con el mismo vuelo del pensamiento. Debe estudiar el presente a la luz del pasado y con vista al futuro. Ninguna parte de la naturaleza del hombre o de sus instituciones debe quedar por completo fuera de su consideración.
Y además de la virtud multidisciplinaria, debe a la vez cumplir con un mandato moral, ya que sus dichos y acciones impactan sobre toda la sociedad, presente y futura.
Debe ser simultáneamente desinteresado y utilitario; tan fuera de la realidad y tan incorruptible como un artista, y sin embargo, en algunas ocasiones, tan cerca de la tierra como el político”.
El buen economista quizás no exista. Pero si es así, tengámoslo en cuenta a la hora de escuchar afirmaciones exageradas. Maynard, en un par de renglones, dio por tierra con infinidad de economistas que, quizás sin saberlo, no son tales.



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