viernes, 7 de julio de 2017

¿POR QUÉ ODIAMOS A PAENZA?



La gran mayoría de los niños y las niñas odian las matemáticas. Los adultos también, pero lo importante es que esto le pasa a los pequeñines y pequeñinas. Temprano en la vida, quizás antes de que ninguna cultura o enseñanza los condicione. Y mientras Adrián Paenza se desvive para hacerlas más intuitivas, más aplicadas y más divertidas, esta situación casi no ha cambiado y el porcentaje de gente que aborrece de la matemática permanece más o menos constante (creo). ¿Es posible encontrar una explicación para esta fobia? La Psicología Evolucionista da un inicio de respuesta.
Comencemos por contar el clásico experimento diseñado originalmente por Wason en 1966, quien mostró a un grupo de personas cuatro cartas con las siguientes inscripciones de un lado:

Detrás de las cartas también hay inscripciones: las cartas tienen letras en una cara, y números en la otra. Por ejemplo, del otro lado de la carta con la B hay un número, y detrás del 3, una letra. Ahora se le propone a un grupo de gente lo siguiente: “Si una carta tiene una vocal de un lado, entonces tiene un número par del otro lado. Se solicita dar vuelta solo aquellas cartas necesarias para verificar si esta regla se cumple”.
Mucha gente elige dar vuelta solo la carta con la “A”, pero muchos inspeccionan también el dorso de la carta con el “2”. Unos pocos eligen el resultado correcto, que es girar la carta con la “A” y la carta con el “3”. Dar vuelta la carta con el “2” no nos brinda información adicional, porque la regla no dice que todas la cartas con número par de una cara deban tener una vocal en la otra. Pero girar la carta con el “3” es un test definitorio, ya que esta carta no debe contener una vocal en el dorso si queremos asegurarnos que la regla se cumple.
A primera vista, esto es simplemente una falla técnica. Podríamos pensar que las humanas no están hechas para aplicar estas reglas abstrusas de la lógica formal. Pero esta conclusión es apresurada. Consideremos el mismo experimento conceptual, pero aplicado a una situación diferente. El problema describe ahora una situación hipotética en un bar, en donde un empleado debe asegurarse que los menores no estén tomando alcohol. Las cartas tienen ahora las siguientes inscripciones:

La nueva regla es entonces: “Si X es menor de edad, no debería estar bebiendo alcohol”. En el dorso de las dos primeras puede figurar que la persona está o no bebiendo alcohol. Al dorso de las dos últimas, habrá una persona menor o mayor de edad. La regla es idéntica a la anterior, y la disposición de las cartas es la misma. Lo que dicen ambas es básicamente lo mismo: “si ocurre lo que dice la cara visible de la primera carta, entonces debe ocurrir lo que dice la cara visible de la tercera carta”. En el primer caso era “si es vocal, tiene que haber un par en el dorso”, y ahora es: “si X es menor, X no debe estar bebiendo alcohol”.
Esto echa luz sobre la fobia a las matemáticas de los niños y las niñas en las escuelas, y también sobre la repulsión que muestran muchos adultos y adultas para plantear y resolver problemas en términos abstractos o matemáticos. Tranquilos entonces, que no les guste la matemática es natural. Y lo natural... es una porquería.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario