domingo, 6 de mayo de 2018

TEORIA DEL HELADO (levemente especulativo)

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Nosotros, los objetivistas, estamos cansados de escuchar que todo depende "del cristal con que se mire". A esta gente les contestamos que eso ya lo sabemos y que no estamos interesados en la heterogeneidad, sino en las regularidades. Que somos todos distintos lo dice cualquiera, lo difícil es encontrar en qué nos parecemos. En otras palabras, a nosotros nos interesa la búsqueda de la objetividad.

Y aquí estamos para traer al lector la Teoría Objetiva del Helado (TOH), cuyo propósito es determinar, a través de la aplicación de la lógica absoluta y los mejores estudios empíricos, la naturaleza de los fenómenos más importantes relacionados con el gigante frío. 

Gustos promedios

Empecemos por los datos duros. El gusto universal de helado más votado es la crema vainilla, con el 30% del total. Puse un solo link, pero hay muchos y todos dicen más o menos lo mismo. El chocolate suma menos del 10% aunque, por supuesto, eso que llamamos chocolate tiene una enorme proporción de lácteos que, como todos sabemos, es la base de las cremas. Lo que más se parece al chocolate, que es el amargo, goza de muchísima menos aceptación, y en cambio está lleno de gente que come "chocolate" con variantes que nada tienen que ver con él, como el gusto óreo, el granizado o el chocolate blanco.

En Argentina, por supuesto, se cola el dulce de leche, pero es solo aquí. Capaz en Brasil les gusta el helado de choclo y a nosotros nos parece horroroso. No se puede concluir mucho. 

El gusto humano promedio es claro, nos gusta la crema con un cachito de gusto a distintas cosas. El resto son absurdos ilusorios de las teorías subjetivistas sin sustento alguno. ¡Viva la objetividad, carajo!

Segundo momento

Una teoría basada en la media es, desde luego, incompleta. No importan solo los promedios sino también los desvíos. Hay gustos de helado que serán muy ricos para algunos, pero resultan intolerables para otros. Seguro que hay agentes que se desviven por el helado de ajo o de pescado, pero el resto se suicidaría antes de probarlos. En cambio, hay sabores que resultan más o menos igual de ricos para todos, que no son espectaculares pero tampoco ofenden el gusto.

El mismo análisis del apartado anterior nos da un indicio. Como vimos, a la mayoría de la gente le gusta más el chocolate "suavizado" que el amargo duro. Los gustos extremos, naturalmente, tienen más varianza, y esta es una propiedad negativa a considerar.

Una aplicación: teoría de reuniones

La teoría de reuniones se ocupa de determinar, entre otras variables, qué cocinar para un grupo de gente, qué llevar en caso de ser invitado, etc. Por ejemplo, si somos invitados y nos dicen que compremos "bebidas", debemos inferir cuál es el mix óptimo entre alcohol y no alcohol, gaseosas y no gaseosas, común versus bajas calorías, etc. La teoría de reuniones contribuye a resolver estas durísimas elecciones.

Supongamos que somos los encargados de llevar el helado. El modelo canónico parte de la simplificación (admitidamente poco realista) de que solo podemos comprar un único gusto. La solución es inmediata: debemos maximizar el gusto promedio y minimizar la varianza. Entre la crema y el chocolate, la respuesta es inmediata: la crema no solo es más votada sino que tiene menor varianza. Fácil. Entre crema y dulce de leche la elección es más compleja, porque tenemos más promedio en DDL, pero también más varianza, y por lo tanto será necesario medir el grado de aversión al riesgo de la reunión y sus integrantes.

Extender el modelo a N gustos requiere un simple algoritmo de resolución de un problema de programación no lineal dinámico que no perderemos tiempo en desarrollar aquí.

Conclusión

Todo es objetivo. El helado también.




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