martes, 20 de junio de 2017

EINSTEIN: RETRATANDO SIN CEREBRO A UN GENIUS

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Me la banqué enterita. Diez horitas sin chistar sentadito dos meses y medio todos los lunes a las 23. Soporté estoico tener que escuchar el horrendo doblaje al español, al que cada vez parece calentarle menos la relación entre los personajes y las voces (solo falta que le pongan voz de hombre a una mujer o viceversa). Me aguanté la floja caracterización física de los protagonistas, y en especial la de Einstein, que en una ocasión pasa, en un par de años, de pibe a viejo sin escalas. Y todo para parecer objetivo en esta reseña. Espero que reconozcan mi denodado esfuerzo.

Genius es una serie de National Geographic basada en el libro de Walter Isaacson "Einstein: His Life and Universe" del año 2007. El libro, dicen los críticos (no lo leí), es razonable. Esta serie, en cambio, es impresentable.

La tesis fundamental de Genius parece ser que Einstein era un genio para los numeritos, y un boludo para casi todo lo demás. Pero la obsesión de la serie de NatGeo, señal adquirida hace no mucho por Fox y su inocultable moral conservadora, es que Albert no haya sido justo con su familia. En una de las escenas finales de la serie, todos sus cercanos concluyen igual, con un simplismo que insulta la inteligencia del espectador: "Albert, has sido tan bueno con la ciencia y con el resto del mundo, ¿por qué no has podido serlo con tu familia?" Para NatGeo, este es el nudo gordiano: un genio para las ideas, un monstruo para la sagrada familia. Una de cal, una de arena. Podés ayudar o revelar verdades a miles de millones de personas, pero si no acompañás a tu hija a remontar un barrilete, o te separás, o abortás, todo eso vale cero.

Nadie en el guión adaptado se preocupó jamás por dirimir si en la serie había alguna coherencia entre las decisiones de Einstein en la comunidad científica, social y de su familia. En la primera es siempre un genio, en la segunda es siempre un pacifista con orientación social, y en la tercera es siempre un nabo.

De cada tres frases que dicen los personajes, una resulta tan cursi que hacen quedar al propio Einstein como un retardado. En la cama con la que sería su primera esposa, ella le pregunta (esto solo funciona en inglés): "What time is it?", y a Einstein le hacen contestar, como un salame: "What is time?". Para colmo de males, el productor se esfuerza por meter con fórceps cada frase famosa que dijo Albert, muchas veces en contextos que nada tienen que ver con el sentido original.

Por supuesto, y contra toda evidencia, para la Fox Einstein creía firmemente en Dios, pero en lugar de hacérselo decir explícitamente, transmiten una idea más sutil: sugieren que para Einstein, por más ciencia que se lleve a cabo, siempre habrá que terminar en reconocer su existencia.

Las numerosas referencias a la políticas de la época son directamente infantiles, con malos y buenos identificables a kilómetros de distancia por niñas de 4 años o menos. La historia de la bomba atómica no aporta la mínima sutileza intelectual y cada reflexión se esfuerza por reproducir lo más fielmente posible los refranes y los saberes populares en lugar de la esperable genialidad de Einstein.

Y ni hablar de la ciencia. Porque recordemos que Einstein era un científico. Para Genius, sin embargo, este es un costado problemático, y cada tanto es necesario molestar al espectador tratando de contar las teorías raras de este señor. Más aun, si tanto querían mostrar el "costado humano" de Einstein, podrían haber intentado mostrar los pocos pero decisivos errores que tuvo en sus teorías. La lógica binaria "perfecto en ciencia / pésimo en familia" arruina básicamente toda la trama. Como era de esperar la serie tampoco se pierde de marcar el cliché de la reacción negativa de la comunidad científica a las nuevas ideas, que varios religiosos usan como excusa para explicar el mayoritario ateísmo que caracteriza a los científicos.

Genius representa el regreso a las biografías más berretas, a las expresiones más triviales, a la teoría absurda de la compensación según la cual unos tienen inteligencia, y otros una buena familia. Es un cuidadoso dispositivo de Fox para interpretar al mundo y a sus principales ocupantes en acuerdo con su distorsionada visión moral del mundo. Casi un homenaje a la posverdad.

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