Con cada crisis se propaga la sensación de que la
economía no ha logrado descifrar siquiera los aspectos esenciales del comportamiento
macroeconómico. Las críticas de especialistas y no especialistas suelen apuntar
a “la falta de realismo” de los modelos estándar, reproches que en la
física de partículas moderna estarían vedados por definición.
En los últimos años
varios economistas famosos realizaron afirmaciones rimbombantes que anunciaban
un presunto estado de consenso científico definitivo de los principales
problemas macroeconómicos y su solución. El nóbel Robert Lucas (2003), en la
reunión anual de la American Economic
Association indicó que “el problema central de la prevención de las
depresiones ha sido resuelto, para todo propósito práctico”. Thomas Sargent,
colega dilecto de Lucas en la construcción de la macroeconomía moderna, opinó
en un reportaje en 2010 que las críticas se debían “a una ignorancia penosa o a
un menosprecio intencional” Y Olivier Blanchard (2009) afirmó poco antes de la crisis, refiriéndose a la
teoría macroeconómica mainstream que “El
estado de la macro es bueno”.
Esta declaraciones
fueron pulverizadas por los eventos de 2009, y siendo que cada crisis reduce no
linealmente el prestigio de la profesión, la mayor crisis desde los 30s generó
una oleada de críticas tanto de expertos como de legos. Además de tener que escuchar
afirmaciones fuera de lugar, la reacción se justifica porque las
crisis se asemejan demasiado entre sí, tanto en sus causas como en sus
consecuencias, como para que los economistas nos sigamos haciendo los dolobus.
Algunos economistas
tradicionales se refirieron a este tipo de críticas como un ejemplo de
vulgaridad e ignorancia de quien pregunta. Una de las respuestas favoritas es que la
acusación de que las crisis no se anticipan es inconducente y que anticipar una
crisis no es posible (Lucas, 2009).
El argumento
requiere algunas aclaraciones porque se puede referir a más de una idea. Se
puede estar afirmando que en realidad un economista no puede anticipar una crisis en una fecha más o menos cierta. Mmm. Cada una de las últimas crisis han
tenido su respectivo “gurú”, y no estamos hablando de personajes esotéricos,
sino de economistas conocidos. En la crisis de 1995 en México, el tal gurú
fue Guillermo Calvo. En 2008-2009, sumamos a la lista a Robert Shiller, Nouriel
Roubini o Wynne Godley. La mayoría de estos economistas no apostaron a que se
produciría una crisis como un anticipo premonitorio azaroso, sino que las
anticiparon con fundamentos, sobre la base de tendencias identificables de las
variables relevantes. Pese a que varios economistas previeron estas crisis,
esto no las evitó.
La otra opción es
que el argumento considera que en el caso que un economista muy sagaz logre detectar
una fecha más o menos cercana a la crisis, en tales circunstancias la crisis no
se produciría, presumiblemente porque los mercados o los gobiernos actuarían
para evitarla. Este argumento presupone dos cosas. Una es que nuestro
economista previsor tenga la capacidad de convencer a sus colegas, y la otra
que una vez convencida la profesión, ella tenga la capacidad de influir sea en
los mercados (que llamaremos versión neoclásica del argumento), sea en las
políticas gubernamentales (la versión intervencionista del argumento).
Asumamos que se cumple la primera condición, y que el pronosticador tiene suficiente
prestigio para convencer a sus pares. Ahora pasemos a la fase de convencimiento
de los actores que pueden modificar el rumbo de una potencial crisis. En la
versión neoclásica del argumento, se supone que un conjunto de inversionistas
es capaz de llevar a cabo un arbitraje anticipando que los precios del mercado
están a punto de sufrir un colapso, vendiendo a tiempo. Pero si la información
es pública y los precios de los activos estaban demasiado altos, esto no
evitará la crisis, solo la acelerará en el tiempo.
Más aun, esta
lógica no puede aplicar en un mundo en el que rige la teoría de los mercados eficientes, según la cual los agentes utilizan eficazmente la información
disponible para tomar las decisiones correctas. En este contexto nos
encontramos con dos objeciones, una específica y otra general. La específica es que los mercados eficientes impiden que un economista, por más
listo que sea, deduzca de la información pública un resultado que no esté
reflejado ya en el precio de los activos. La objeción general es que en un
mundo de mercados eficientes las “burbujas especulativas” simplemente no pueden
existir, lo que hace borroso el propio concepto de crisis financiera.
La versión
intervencionista asume que el gobierno tomará medidas preventivas para evitar
la crisis. Pero los gobiernos suelen no tener demasiados incentivos para
“desinflar” burbujas especulativas, como demostró el período reciente con la
política monetaria de Ben Bernanke, que mantuvo las tasas de interés demasiado
bajas durante demasiado tiempo.
La razón es que durante la fase alcista la economía florece, debido a que los
agentes beneficiados con las ganancias de capital financieras consumen más,
creando una mayor actividad económica y un menor desempleo. De hecho, la propia
literatura mainstream que estudia la política
económica y la economía política ha tendido a enfatizar este tipo de
comportamiento oportunista del gobierno.
Este es el estado de situación. Primero, hay ejemplos reales de que las crisis,
o su tendencia, sí pueden ser previstas. Segundo, en determinados estadios de desarrollo
de las burbujas especulativas, la crisis es difícil de evitar, aun cuando sea
prevista. Y en algunas circunstancias, conocer las tendencias que pueden
desembocar en una crisis solo pueden ayudar a anticiparla. La teoría macro mainstream refleja en sus modelos
“consensuados” dos cosas: una, que las crisis casi no pueden ocurrir; dos, que
en caso que se descubra tempranamente una trayectoria peligrosa los gobiernos
harán poco para evitarla.
Por ende, la
respuesta que refiere a que los economistas “no pueden predecir crisis porque
si no no se producirían” es espuria y distractiva. En la práctica el problema
es que los modelos macro de la mainstream
simplemente no están diseñados para identificar casi ninguna situación de
crisis (al menos tal como suelen aparecer en la práctica). Estos modelos, al
estar siempre en equilibrio, no pueden acumular problemas (que es lo que ocurre
cuando la economía se mantiene en desequilibrio), y por lo tanto no hay razón
para que luego estalle una crisis. En las versiones más estilizadas de esos
modelos, todos devuelven sus deudas, todos usan la información disponible
racionalmente y todos hacen sus cálculos y proyecciones con las mejores
herramientas que existen. Es un marco que no admite fallas.
¿Que nos ha llevado
a esta situación? Plantear que la razón deviene de algún tipo de confabulación
ideológica puede ser tentador, pero mi hipótesis es que no es lo principal de
la historia. Mi hipótesis (que no probaré aquí) es que se volvió natural aceptar
a priori
aquellos papers formalmente “tratables”,
porque gracias a esta propiedad esos modelos permiten extender la frontera del
uso de las matemáticas, y así envidiar menos la formalización en la física. De
forma tal que el origen de la inutilidad de estos modelos para ayudar a
predecir y tratar con crisis es atribuible en parte a la modelización
matemática abtrusa que utilizan, que terminan por perder de vista los problemas
empíricos centrales a los que la disciplina debe dedicarse.
Los físicos,
empezando por sus figuras más importantes, dudaron hasta último momento de las
conclusiones poco intuitivas de la teoría cuántica, hasta que la extraordinaria
evidencia en contra de la interpretación “realista” los obligó a cambiar de
rumbo. La economía parece tomar el camino exactamente inverso: prevalece la
modelización dogmática por sobre la intuición incluso a pesar de que la
evidencia está en contra de sus predicciones, y a pesar de que su utilidad
práctica para tratar los fenómenos más perniciosos es bajísima.
"Las críticas de especialistas y no especialistas suelen apuntar a “la falta de realismo” de los modelos estándar, reproches que en la física de partículas moderna estarían vedados por definición."
ResponderBorrarNo estés tan seguro: esos reproches se diluyen cada vez que se establece un nuevo paradigma, pero están en el centro de todo avance posterior.
Ver https://es.wikipedia.org/wiki/El_camino_a_la_realidad:_Una_gu%C3%ADa_completa_a_las_leyes_del_universo
Ya desde el título define la problemática. Obviamente que mientras el modelo se mantenga dentro de lo directamente observable la "realidad" es incuestionable, pero cuando predomina lo "formal", ahí se complica un poco.
Por cierto, creo que esta cita les va a gustar:
ResponderBorrarhttp://argie-mibosque.blogspot.com.ar/2016/06/lo-que-dicen-los-otros-xxxv-roger.html
Olvidé poner las notificaciones, perdón.
ResponderBorrarBueno punto Ariel. Igual creo que en economía la cosa es más grave, porque encima predecimos como la mona. Abrazo y muy bueno tu blog!
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