jueves, 9 de junio de 2016

ENVIDIA DE LA ECONOMÍA A LA FÍSICA: PARTE I

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Desde hace varias décadas la economía ha sufrido de physics envy, envidia a la física. La economía ha manifestado este pecado capital tomando prestado varios términos de la física; estimulando el reconocimiento a los economistas matemáticos por sobre los aplicados; y obligando para lograr una publicación en los journals de mayor prestigio a formalizar los modelos. Aquí la primera parte de un análisis envidioso de la cuestión.

Epistemología en la física moderna

La física teórica ya no es lo que era. En el pasado, los descubrimientos eran notables pero comprensibles si uno se tomaba su tiempo para racionalizarlos. Pero hoy cada avance nos resulta tan fantástico como impenetrable para nuestros sentidos. La principal responsable de este cambio es la física de partículas, donde la teoría cuántica sugiere, entre otras extravagancias, cosas tales como que las partículas “conocen” literalmente el estado del resto de las partículas del universo; que algunas de ellas viajan hacia atrás en el tiempo; y que hay partículas que realmente crean otras (como el bosón de Higgs, no por nada llamada la “partícula de Dios”). La física cuántica también ha dado lugar a conjeturas con implicancias filosóficas chocantes, como que el todo puede salir de la nada, o que no hemos de descartar la existencia de mundos paralelos. Pero las consecuencias de la teoría cuántica no son verdura. Se derivan rigurosamente del análisis científico, son escrutadas por una enorme cantidad de científicos en el mundo, y lograron una evidencia empírica envidiable para el resto de las ciencias.

La física de partículas ha resignado la intuición porque esta estrategia ya no era lucrativa para avanzar en los conocimientos. Si bien la formalización en física siempre fue ampliamente aceptada y exitosa, últimamente muchos físicos se sentían incómodos con el insuficiente “realismo” de las teorías. Esta situación obligó a concentrar los esfuerzos en el hallazgo de teorías concentrándose casi puramente en herramientas formales, prescindiendo de los experimentos mentales, que tan bien aplicaba Don Einstein. La consecuencia epistemológica parece ser que la física teórica moderna construye conocimiento a partir de principios más “popperianos”. Las teorías deben ahora descansar obligatoriamente en predicciones concretas, ya que hay poco lugar para discutir el “grado de realismo” de una hipótesis. Parece por tanto que finalmente el filtro falsacionista de Popper ha encontrado su lugar en el mundo.

La Envidia de la Economía a la Física

¿Cómo queda la epistemología de la economía en este nuevo estado de situación de la investigación en física? ¿Es posible especular que la ciencia económica, tan preocupada por asemejarse a la física teórica, pueda devenir también en una ciencia más popperiana, al menos en el sentido que le daba a esta afirmación Friedman?

Como dijimos, en la física de partículas la matemática no se utiliza per se, sino que es objeto de control y verificación mediante la evaluación empírica. Pero los economistas adoptan una epistemología diferente: pretenden hacer uso de las herramientas de formalización más avanzada (incluyendo a las aplicadas en física) sin la obligatoriedad de evaluar sus predicciones mediante criterios de falsabilidad. En rigor, cuando la realidad no se condice con los modelos formales de la economía, poco ocurre, y lo que la economía considera “leyes” o “principios” no son más que máximas tercamente defendidas con argumentos repetitivos y evidencia insuficiente.

Las tendencias tampoco han sido buenas. El amplio uso de las matemáticas en economía no ha conllevado una mayor rigurosidad empírica. Con esto no me refiero a los métodos teóricos de testeo cuantitativo (la econometría), que tuvo enormes avances, sino a la elaboración y aplicación de principios y criterios de aceptabilidad de la evidencia empírica. A diferencia de la física, la economía avanzó pretenciosamente en la matematización de su objeto de estudio, criticando de entrada toda consideración de “realismo”, como por ejemplo al resignar explicaciones del comportamiento humano (behavioral economics). La esperanza de que la modelización abstracta le valiera un mayor prestigio científico se contrapone a una dura realidad: luego de décadas de perfeccionamiento formal, no es posible hoy determinar qué teorías económicas son mejores y cuáles son peores desde un punto de vista puramente empírico.


En cualquier caso, lo que queremos criticar aquí no es la ausencia de teorías “verdaderas” o suficientemente bien documentadas (algo que quizás sea inevitable en el análisis económico), sino la pretensión de que la formalización pura y la utilización de criterios de las ciencias duras sea un atajo para lograrlo. 

En la parte II vamos a dar un ejemplo concreto de la envidia y los papelones de la economía con la crisis financiera internacional de 2009. No se vayan.

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