Desde hace varias
décadas la economía ha sufrido de physics envy, envidia a la física. La economía ha manifestado este pecado capital tomando prestado varios
términos de la física; estimulando el reconocimiento a los economistas
matemáticos por sobre los aplicados; y obligando para lograr una publicación en
los journals de mayor prestigio a formalizar
los modelos. Aquí la primera parte de un análisis envidioso de la cuestión.
Epistemología en la física
moderna
La física
teórica ya no es lo que era. En el pasado, los descubrimientos eran notables
pero comprensibles si uno se tomaba su tiempo para racionalizarlos. Pero hoy cada
avance nos resulta tan fantástico como impenetrable para nuestros sentidos. La
principal responsable de este cambio es la física de partículas, donde la
teoría cuántica sugiere, entre otras extravagancias, cosas tales como que las
partículas “conocen” literalmente el estado del resto de las partículas del
universo; que algunas de ellas viajan hacia atrás en el tiempo; y que hay
partículas que realmente crean otras (como el bosón de Higgs, no por nada
llamada la “partícula de Dios”). La física cuántica también ha dado lugar a
conjeturas con implicancias filosóficas chocantes, como que el todo puede salir
de la nada, o que no hemos de descartar la existencia de mundos paralelos. Pero
las consecuencias de la teoría cuántica no son verdura. Se derivan
rigurosamente del análisis científico, son escrutadas por una enorme cantidad
de científicos en el mundo, y lograron una evidencia empírica envidiable para
el resto de las ciencias.
La física de
partículas ha resignado la intuición porque esta estrategia ya no era lucrativa
para avanzar en los conocimientos. Si bien la formalización en física siempre
fue ampliamente aceptada y exitosa, últimamente muchos físicos se sentían
incómodos con el insuficiente “realismo” de las teorías. Esta situación obligó a concentrar los esfuerzos
en el hallazgo de teorías concentrándose casi puramente en herramientas
formales, prescindiendo de los experimentos mentales, que tan bien aplicaba Don Einstein. La consecuencia epistemológica
parece ser que la física teórica moderna construye conocimiento a partir de principios
más “popperianos”. Las teorías deben ahora descansar obligatoriamente en
predicciones concretas, ya que hay poco lugar para discutir el “grado de
realismo” de una hipótesis. Parece por tanto que finalmente el filtro
falsacionista de Popper ha encontrado su lugar en el mundo.
La Envidia de la Economía a la Física
¿Cómo queda
la epistemología de la economía en este nuevo estado de situación de la
investigación en física? ¿Es posible especular que la ciencia económica, tan
preocupada por asemejarse a la física teórica, pueda devenir también en una
ciencia más popperiana, al menos en el sentido que le daba a esta afirmación
Friedman?
Como dijimos, en la física de partículas la matemática no se utiliza per se, sino que es objeto de control y
verificación mediante la evaluación empírica. Pero los economistas adoptan una
epistemología diferente: pretenden hacer uso de las herramientas de
formalización más avanzada (incluyendo a las aplicadas en física) sin la
obligatoriedad de evaluar sus predicciones mediante criterios de falsabilidad. En
rigor, cuando la realidad no se condice con los modelos formales de la economía,
poco ocurre, y lo que la economía considera “leyes” o “principios” no son más
que máximas tercamente defendidas con argumentos repetitivos y evidencia
insuficiente.
Las tendencias tampoco han sido buenas. El amplio uso
de las matemáticas en economía no ha conllevado una mayor rigurosidad empírica.
Con esto no me refiero a los métodos teóricos de testeo cuantitativo (la
econometría), que tuvo enormes avances, sino a la elaboración y
aplicación de principios y criterios de aceptabilidad de la evidencia empírica.
A diferencia de la física, la economía avanzó pretenciosamente en la
matematización de su objeto de estudio, criticando de entrada toda
consideración de “realismo”, como por ejemplo al resignar explicaciones del
comportamiento humano (behavioral economics). La
esperanza de que la modelización abstracta le valiera un mayor prestigio
científico se contrapone a una dura realidad: luego de décadas de
perfeccionamiento formal, no es posible hoy determinar qué teorías económicas
son mejores y cuáles son peores desde un punto de vista puramente empírico.
En cualquier
caso, lo que queremos criticar aquí no es la ausencia de teorías “verdaderas” o
suficientemente bien documentadas (algo que quizás sea inevitable en el
análisis económico), sino la pretensión de que la formalización pura y la
utilización de criterios de las ciencias duras sea un atajo para lograrlo.
En la parte II vamos a dar un ejemplo concreto de la envidia y los papelones de la economía con la crisis financiera internacional de 2009. No se vayan.
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