Cada tanto, solo cada tanto,
uno se cruza con un libro que le cambia la vida. Bueno, la vida no. No parece muy real que leer un libro modifique en lo esencial la personalidad, los afectos, el trabajo o la relación con la familia. Pero algunas
lecturas quizás puedan transformar el marco general dentro del cual uno piensa y evalúa las
ideas.
La primera vez que me pasó esto
fue con la literatura “escéptica”, que se dedica en buena parte a poner en evidencia a la
pseudociencia y al chanterío. Aprendí allí que el criterio
científico era una buena herramienta para distinguir lo verdadero de lo falso. ¿Decís que podés hablar con
los muertos?, probalo con un experimento controlado. ¿Decís que las pirámides
de Egipto las construyeron los extraterrestres?, mostrame alguna otra evidencia
consistente con el viaje de estos seres. ¿Decís que Dios existe?, bueno, decí
lo que quieras, no quiero ganarme más enemigos…
El segundo libro que me impactó
fue La Tabla Rasa, de Steven Pinker, una obra que extendió como ninguna otra mi
conocimiento sobre la evolución y sus implicancias en casi todos los ámbitos de la
vida humana. El libro amplió, entre muchas otras cosas, mi entendimiento de la
psicología humana, y en especial de la relación entre naturaleza y crianza (nature vs nurture).
Recientemente, me crucé con The
Beginning of Infinity (El Comienzo del Infinito), de David Deutsch. David
Deutsch es un físico que estableció las bases de la teoría cuántica de la
computación, lo que contribuyó nada menos que a desarrollar las casi listas computadoras
cuánticas. Pero lo especial del tipo es que ha avanzado en la comprensión de las
implicancias filosóficas de esta teoría. En un primer libro, llamado The
Fabric of Reality (La Fábrica de la Realidad), Deutsch había explicado
la interpretación de muchos universos (o multiversos) de la teoría cuántica para el público en
general. Pero su nuevo libro es mucho más agudo aun.
Como su título indica, Deutsch habla del infinito, pero en un sentido bien real. Parte de la idea de que hay
un aspecto en la evolución humana que podría hacerla única en el universo, y es
el progreso continuo y estable que estamos viviendo. Este progreso se ha logrado
sólo una vez en la historia de nuestra especie: comenzó aproximadamente en el
momento de la revolución científica, y todavía está en marcha. Ha incluido
mejoras no sólo en la comprensión científica, sino también en la tecnología,
las instituciones políticas, los valores morales, el arte y todos los aspectos
del bienestar humano.
Las viejas formas de
pensamiento no permitían un proceso como el de la ciencia para corregir errores
o ideas equivocadas. Así, las ideas se volvían estáticas durante largos
períodos. Cuando las ideas cambiaban, rara vez era para mejor, y cuando eran
buenas, rara vez ampliaban su alcance. El surgimiento de la ciencia, y más
ampliamente de la Ilustración, fue el comienzo del fin de los sistemas de ideas
estáticos.
Deutsch comienza por
preguntarse cuánto tiempo puede continuar esta nueva tendencia. ¿Está
intrínsecamente limitada? ¿O es esto el principio del infinito, es decir, estos
métodos tienen un potencial ilimitado para crear conocimiento adicional?
En la próxima entrega
responderemos esta pregunta, compartiremos más temas tratados en el libro, y
develamos por qué nos parece que el libro de Deutsch no solo aporta a la filosofía
del futuro, sino también al futuro de la filosofía.
Es interesante notar que desde hace algunas décadas parece haber una muy platónica disputa en la física sobre la "realidad". En algún momento leeré los libros de Deutsch, pero debo recomendar "El camino de la realidad" de Roger Penrose, una obra de esas que va de lo más simple a lo más complejo, particularmente porque desarrolla hacia el final el tema de la conciencia y es bastante escéptico del modelo computacional con que se la encara, sobre todo desde el punto de vista de la inteligencia artificial. (Ni hablar del gaste que les pega a los teóricos de cuerdas).
ResponderBorrarTemazo la conciencia. Leeremos. Grazie mile.
ResponderBorrarOjo que es un mamotreto enorme con una explicación matemática de los límites de la física a principios de este siglo. Llega a eso al final. Me parece un libro disfrutable, aún para los que no tenemos formación matemática (mi lectura era algos así como: "chino, chino, chino, entonces tenemos que chinochino, y por eso chino al cuadrado de la distancia") porque realmente es un vistazo al límite del pensamiento humano.
BorrarEl de Deutsch, en cambio, no tiene una sola ecuación. Interesante: se puede ser ultraprofundo sin matemáticas.
BorrarSi. Pero está esa vieja anécdota de Einstein (¿mito urbano?) en que va sacándole matemáticas a su teoría para explicársela a un lego y termina con el tipo diciendo "ahora lo entiendo" y Einstein, "bueno, pero eso no es la teoría de la Relatividad". (Por otro lado, en un libro que leí recientemente mostraban como lo único necesario para entender el temita ese del comportamiento del espacio/tiempo cerca de la velocidad de la luz de la relatividad especial sólo se necesita el teorema de Pitágoras).
BorrarAl margen, el chiste del libro de Penrose es tratar de mostrar la belleza que tienen las demostraciones para el matemático, no divulgar el estado de la física, aunque para hacerlo te pasea por todo el espectro. Debe ser su opus magnum.