En este post seguimos hablando de la teoría de Selección de Grupos y sus críticas. Y hasta hay una conexión con la economía. Estén atentos, robinsones.
Evidencia con bienes públicos
El único fenómeno empírico que se ha aducido directamente como apoyo para la selección grupal es un conjunto de juegos experimentales en los que las personas parecen sacrificar sus intereses por los de un grupo. En una versión de laboratorio de un juego con bienes públicos, a los participantes se les asigna una suma de dinero y se les invita a contribuir tanto como quieran a un pozo común, que luego el experimentador multiplica y divide equitativamente entre ellos. Como siempre, la estrategia óptima para el grupo es que todos contribuyan al máximo, pero la estrategia óptima para el individuo es ser un free rider y eludir su contribución pública, disfrutando así del dividendo del grupo y de su ganancia privada. En un experimento repetitivo, los free riders terminan ganando y la contribución pública se reduce a cero.
La conclusión natural parece ser que los humanos no somos una adaptación seleccionada por el grupo que aproveche las oportunidades para sacrificarse por el prójimo. Pero, curiosamente, esta investigación se ha interpretado como evidencia a favor de la selección de grupos, debido al resultado de una variante del procedimiento. Cuando a las personas se les da la oportunidad de castigar a los vivos imponiéndoles una multa, el free riding disminuye y las ganancias sociales. La sorpresa es que la gente a veces castiga a los usuarios incluso si tienen que pagar por ese privilegio, aun cuando el castigador es anónimo. Dado que el castigo es costoso, y que por ser anónimo ni siquiera permite ser ganar reputación, esto parece "altruista" para el grupo.
Crítica al experimento
Parece difícil creer que esta pequeña variante sea suficiente razón para revisar la teoría moderna de la evolución. Experimentos posteriores muestran que estos comportamiento pueden explicarse por una expectativa de reciprocidad o una preocupación por la reputación. Las personas que castigan a quienes tienen mayores probabilidades de explotarlas, optan por interactuar con socios que son menos propensos al free riding y cooperan y castigan más, y evitan hacerse los vivos cuando su reputación está en juego.
Cualquier residuo de altruismo puro puede explicarse porque las personas se han formado en un mundo en el que no se puede garantizar el anonimato o los encuentros únicos. Además, en las sociedades reales el castigo a los free riders no tiene por qué ser costosos para el castigador. Un individuo o un grupo pequeño puede perjudicar económicamente a un parásito social o sabotear sus posesiones, y pueden ser recompensados en gratitud, estima o recursos. Después de todo, la policía, los jueces y los carceleros trabajan exactamente de y para eso.
Conflictos entre grupos y autosacrificio
Volvamos al papel del altruismo en la historia del conflicto entre grupos. Se afirma que el conflicto armado humano ha permitido la evolución del autosacrificio. Pero las misiones suicidas, ataques kamikaze y otros tipos de martirio voluntario no han sido la norma en los conflictos humanos.
En las guerras tribales, los hombres no asumen regularmente altos riesgos mortales por el bien del grupo. Sus batallas campales son espectáculos ruidosos con pocas bajas, mientras que el combate real se realiza en incursiones furtivas y emboscadas en las que los atacantes asumen riesgos mínimos. Cuando los ataques implican riesgos mortales, los hombres tienden a desertar, quedarse en la retaguardia y encontrar excusas para evitar pelear, a menos que sean despiadadamente avergonzados o castigados físicamente por tal cobardía.
¿Qué hay de los primeros estados? Los estados y los imperios son el epítome del comportamiento coordinado a gran escala y, a menudo, se promocionan como ejemplos de grupos seleccionados naturalmente. Sin embargo, los primeros estados complejos no dependían de la cooperación espontánea, sino de la coacción brutal. Se dedicaban regularmente a la esclavitud, sacrificios humanos, castigos sádicos por crímenes sin víctimas, liderazgo despótico en el que los reyes y los emperadores podían matar con impunidad. También acumulaban harenes, para asegurar que gran cantidad de hombres se vieran privados de esposas y familias.
Tampoco la competencia entre los estados modernos ha sido un estímulo para la cooperación altruista. Hasta la Revolución Militar del siglo XVI, los estados europeos llenaban sus ejércitos de matones, criminales indultados y mercenarios remunerados. El fenómeno reciente de los ejércitos nacionales fue posible gracias a la capacidad de los gobiernos burocratizados de imponer el servicio militar obligatorio, el adoctrinamiento y la disciplina brutal en sus jóvenes indefensos. Incluso en instancias históricas en las cuales los hombres se ofrecieron con entusiasmo para el servicio militar (como lo hicieron en la Primera Guerra Mundial), generalmente fueron víctimas de ilusiones positivas que los llevaron a esperar una victoria rápida y un bajo riesgo de morir en combate. Una vez que esa ilusión se hizo añicos, comandantes insensibles ordenaron a los soldados entrar en combate bajo la amenaza de ejecución por deserción. De ninguna manera actuaron como "hormigas soldado", yendo voluntariamente a la muerte para el beneficio del grupo.
Sin duda, los anales de la guerra contienen historias de heroísmo: el proverbial soldado cayendo sobre la granada viva para salvar a sus hermanos en armas. Pero los estudios de la mentalidad del deber de los soldados muestran que su psicología proviene de convencerse de un parentesco ficticio y de una obligación recíproca dentro de una pequeña coalición de individuos, mucho más que de la lealtad al grupo superior por el que están supuestamente luchando.
¿Qué hay del sacrificio individual reciente con ataques suicidas? Los estudios de terroristas suicidas contemporáneos han demostrado que deben diseñarse circunstancias especiales para atraer a los hombres a hacerlo. Los terroristas suicidas generalmente son reclutados de las filas de hombres con perspectivas reproductivas pobres, y se sienten atraídos e incitados por una combinación de presión de grupo, ilusiones de parentesco, incentivos materiales y reputacionales para parientes consanguíneos, y recompensas eternas en una vida futura. Estas manipulaciones son necesarias para superar una fuerte inclinación a no suicidarse en beneficio del grupo.
La importancia histórica de la compensación, la coacción y el adoctrinamiento en la competencia grupal no debe ser una sorpresa. La afirmación de Wilson de que grupos de individuos altruistas le ganan a grupos de individuos egoístas es verdad solo si uno clasifica a los esclavos, siervos, conscriptos y mercenarios como "altruistas". Es más exacto decir que los grupos de individuos que se organizan terminan por ganarle a los grupos de individuos egoístas. Y es más probable que la organización para un conflicto grupal consista en individuos más poderosos que incentiven y manipulen a los componentes de sus grupos, en lugar de un auto sacrificio individual espontáneo.
Como seguimos
Las críticas (fundamentalmente de Pinker) que hemos transcripto aquí defienden la idea de que los mecanismos darwinianos de la replicación de alta fidelidad, la mutación ciega, la contribución diferencial de los descendientes a una población y la iteración a lo largo de múltiples generaciones no tienen un análogo convincente en la selección de grupos.
En la próxima y última entrega le damos espacio a la defensa de los grupistas. ¿Serán el grupo ganador o perdedor?
Nota: las referencias a estudios se encuentran en el artículo original de Pinker.