Bueno, muchachas y muchachos, se viene el cambio climático, el derretimiento de los polos, las inundaciones y todo eso. Mientras esto ocurre, el amigo Trump acusa insólitamente a China, uno de los mayores emisores de dióxido de carbono del mundo, de inventar lo del calentamiento global para perjudicar a Estados Unidos.
Pero por suerte estamos los economistas para salvar al mundo. Somos, podría decirse, los Noé de la próxima inundación, los que tenemos en nuestros modelos la solución óptima para problemas como estos. Más en serio... ¿qué análisis y recomendaciones hemos estado haciendo los economistas respecto del cambio climático?
Esto decimos
Este post toma ventaja (básicamente nuestra estrategia en este blog, afanarle a otros), de dos artículos muy interesantes sobre el tema. Uno es el de David Roberts, y el otro del inefable Noah Smith. Si consideran que es más ético leer esos artículos que este resumen, traten de ser un poco menos éticos al menos por cinco minutos más y sigan leyendo.
En general, la posición de los economistas sobre el calentamiento global, sumando especialistas y no especialistas del tema, tiende a ser razonable. El 90% de ellos considera que si no se hace nada habrá problemas serios o muy serios. Algo más de la mitad de ese total considera que las acciones que se deben tomar son inmediatas. Respecto de si el cambio climático tiene o tendrá un efecto negativo en la economía global, el 40% dice que ya está sucediendo, el 20% que esto sucederá desde 2025 y el 25% desde 2050 en adelante. Finalmente, el 80% cree que el calentamiento tendrá un impacto negativo de largo plazo sobre la economía global.
En otras palabras, los economistas no estamos tan locos ni tan locas. Entendemos el riesgo y, en buena parte, coincidimos con la enorme mayoría de los científicos sobre los riesgos involucrados.
Esto hacemos
¿Pero qué pasa con las contribuciones académicas de la economía para diagnosticar y solucionar el cambio climático? Los que se dedican a esto full time son un grupito bastante pequeño, aunque algunos economistas importantes se han preocupado por hacer algunas contribuciones eventuales.
En el año 2011, el Instituto Ambiental de Estocolmo publicó un informe donde retó a los economistas por no seguir el ritmo en el análisis de otros avances científicos en otras áreas sobre el tema. No suelo quotear, pero acá vale la pena (traducción propia):
"Lamentablemente, la economía del clima tiende a quedarse atrás de otras ciencias del clima (...). El análisis rara vez retrata los avances más recientes en la ciencia del clima; e incluso incorpora a menudo representaciones simplificadas del conocimiento científico anacrónicas por años, y a veces por décadas. Más aun, la economía del clima a menudo ha sido un obstáculo por la adopción acrítica del marco tradicional de costo-beneficio, minimizando e ignorando los profundos problemas teóricos que plantean la incertidumbre, los impactos intergeneracionales y el cambio tecnológico de largo plazo."
Si una institución sueca me llega a hablar así sobre lo que yo hago, me dedico a otra cosa. Noah Smith dice que este es un antecedente demasiado peligroso como para confiar en el futuro en las recomendaciones de los economistas respecto de este tema. Y Noah de inundaciones sabe...
Un economista muy destacado llamado Robert Pindyck, escribió recientemente un paper donde critica duramente las técnicas utilizadas por los economistas para estudiar el cambio climático. Dice que estos modelos producen una percepción de precisión y conocimiento que es totalmente ilusoria, y que puede inducir a errores graves de política. Pindyck prefiere un enfoque más transparente y simple para analizar el tema.
Esto proponemos
Hay dos temas específicos donde los economistas han sido escuchados respecto del calentamiento. Uno es la propuesta de gravar con un impuesto al carbón a los que polucionan, en función del costo social de esa polución. Si bien hay consenso sobre la efectividad de la medida (yo no estoy para nada seguro), hay desacuerdos sobre el monto óptimo, que algunos sitúan en 37 dólares (me asusta un poco la precisión). El 20% dice que el valor es razonable, el 50% cree firmemente que es más que eso, y el 10% que es menos.
El otro punto donde se consulta a los economistas es respecto de la "tasa de descuento", es decir, el cálculo de cuánto queremos crecer (y polucionar) nosotros versus cuánto le dejamos de crecimiento y polución a las futuras generaciones. Aquí el desacuerdo sobre cómo encarar este cálculo es total. Algunos dicen que hay que usar una tasa de descuento que incluya "parámetros éticos", otros que esos parámetros estén pero que vayan desapareciendo con el tiempo, otros que hay que usar tasas de mercado constantes, y otros tasas de mercado decrecientes. En suma, no hay consenso sobre cómo descontar ni sobre cuánto es el descuento.
Esto haremos: nadaremos
Yo sé que algunos colegas se van a enojar por lo que voy a decir, pero tengo la triste impresión de que el problema del cambio climático es demasiado importante como para dejar las decisiones más importantes en manos de los economistas.
La economía está llena de modelos complejísimos con resultados contraintuitivos, de teorías falsadas una y otra vez, y de una confianza exagerada sobre la capacidad de algunos mecanismos automáticos para resolver problemas. Estos modelos y teorías pueden ser terreno fértil para comprender algunos fenómenos puntuales, pero extenderlos a temas que comprometan la supervivencia de la especie involucra un riesgo demasiado alto.
Yo diría que los economistas nos quedemos en casita, prendamos el aire, y sigamos sacando derivadas. Y que los que más saben nos ayuden a bajar la temperatura.
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