La verdad, no sé demasiado sobre
el tema aborto, pero me creó interés la aproximación filosófica al tema de Judith
Thomson en "Una defensa del aborto", un artículo publicado por
primera vez ¡en 1971!. Se dice que este ensayo es el más ampliamente reimpreso
de toda la filosofía contemporánea. Vamos a desgranarlo en partes, porque la
cuestión del aborto tiene varias “subdiscusiones”. Aquí, como siempre,
prestamos un simple servicio de traducción y resumen de las principales ideas
de este artículo. Una aclaración más, quizás esta discusión no aporte demasiado
al debate a realizarse en el país próximamente, que es más específico de lo
que pretendemos tratar aquí.
Thomson utiliza experimentos
mentales para argumentar que el derecho del feto a la vida no supera el derecho
de la mujer embarazada a controlar su propio cuerpo y sus funciones vitales, y
que el aborto inducido no es, por lo tanto, moralmente inadmisible. Thomson
concede, en pos de su argumento, que el feto tiene derecho a la vida, pero
defiende la permisibilidad del aborto recurriendo al siguiente experimento
mental: el Violinista.
Te levantás a la mañana y te
encontrás de espaldas en la cama con un violinista inconsciente, que es
famoso. Se descubrió que tenía una enfermedad renal fatal, y la Sociedad de
Amantes de la Música ha examinado todos los registros médicos disponibles y se
ha descubierto que solo vos tenés el tipo de sangre adecuado para ayudar. Por
lo tanto, te han secuestrado, y anoche el sistema circulatorio del violinista
estaba enchufado al tuyo, para que tus riñones puedan usarse para extraer los venenos
de su sangre con la tuya. Si se desconecta al violinista de tu cuerpo, él
morirá; pero en nueve meses se habrá recuperado de su dolencia y podrá
desconectarse de manera segura.
La pregunta es si está bien
desconectarte o no. Thomson dice que sí, porque los límites del derecho a la
vida no incluyen el derecho a usar el cuerpo de otra persona. Al desconectarte
del violinista no violás su derecho a la vida, sino que simplemente lo privás
de algo a lo que no tiene derecho. Si le permitís que siga usando tus riñones,
esto es buena voluntad tu parte, no algo que pueda reclamarte.
Por la misma razón, dice Thomson,
el aborto no viola el derecho legítimo a la vida del feto, sino que simplemente
priva al feto de algo -el uso no consensuado del cuerpo de la mujer embarazada
y las funciones de soporte de vida- para lo cual no tiene derecho. Por lo
tanto, al elegir interrumpir su embarazo, Thomson concluye que una mujer
embarazada normalmente no viola el derecho a la vida del feto, sino que
simplemente retira el uso de su propio cuerpo, lo que generalmente hace que el
feto muera.